La semana terminó y otra comenzó, resonando en cada estridente sonido de la alarma en las mañanas. Cada día, a la misma hora y en el mismo lugar, se encontraba el mismo grupo de jóvenes, actuando un libreto escrito miles de años atrás por un escritor que pensó era buena idea una historia de muerte, tragedias y un final para nada original. Tipo Romeo & Julieta, sin Shakespeare. Los últimos días, Dana observó que el Sr. Hardy asistía algunos minutos a los ensayos, se sentaba en la tercera fila y visualizaba como actuaba todo el elenco. Para Dana era extraño que él la observara, como si no tuviera nada mejor que hacer. Cansada del acoso, una tarde lo enfrentó al adulto profesor, deseando conocer los verdaderos motivos por los que la observaba sin pestañear. —¿Se puede saber por qué vien