Amaneciendo el veintidós de diciembre, Sídney abandonó este mundo, dejando atrás todas sus aflicciones y el dolor que la consumía día tras día. Se fue mientras caía la primera nevada de navidad, para ella, la última de su preciada existencia.
Muchas personas fueron a su funeral, mientras los grados bajo cero erizaban sus cuerpos y congelaban sus lágrimas antes de salir.
Kodi no emitió palabras durante su funeral, no creyendo tener el valor suficiente para que su voz no se quebrara y pronunciara lo especial que fue Sídney para él, lo maravillosa que era y el regalo de Dios que fueron sus últimas semanas juntos, conversando sobre la vida después de la muerte.
Ella olvidó todo lo que la rodeaba, pero no olvidó ni un día el sentimiento que profirieron, los besos que protagonizaron, las p
