Con el sol oculto tras el arrebol más intenso presenciado en las últimas semanas, una pequeña era cubierta con una gruesa manta de lino puro, tan suave como cientos de algodones y tan roja como la sangre. Alzó la vista, donde enormes ojos café escondían un profundo amor hacia la hermosa mujer que la abrigaba en un tierno gesto de amor incondicional. Ella no tardó mucho tiempo en sumirse en un sueño profundo, pero antes de suscitarse, la más hermosa de las historias le fue contada. —Madre, ¿podrías contarme nuevamente la historia? —le preguntó la hermosa Odette a su madre, una tranquila noche de invierno, mientras abrigaba su pequeño cuerpo junto al de ella. El valiente padre de la pequeña no estaba en casa y su hermosa madre la protegía de las peores pesadillas o los hermosos sueños