O N C E Caminamos por los escombros llenos de nieve, hasta el centro de la Calle Principal, y veo la ciudad apocalíptica que se extiende ante nosotros. Es la ciudad más grande que he visto en años, con docenas de manzanas, por lo que alcanzo a ver. A cada lado de nosotros hay edificios en ruinas, quemados. La devastación es tremenda. Me recuerda a algunas de esas fotografías que vi de ciudades bombardeadas después de la Segunda Guerra Mundial. La nieve, mientras se derrite, nos sigue llegando a los tobillos, y diversos objetos sobresalen, como juguetes abandonados. Veo el casco de un coche quemado, con las ruedas cubiertas de nieve, con la parte superior oxidada. Más allá de éste, veo una carretilla rota. Todos estamos tensos, en guardia, a medida que nos adentramos más en lo que al