Durante su primer año de mandato, el rey Robert Daemonium le puso fin a la tradición de cazar seres humanos en el segundo día del festival de las flores y durante varios años ese segundo día se convirtió en una especie de tabú.
Años más tarde, Carolina impuso su propia tradición, un torneo de arquería que involucraría a las mismas familias nobles que en el pasado participaban en el evento.
Los hombres mayores que acostumbraban llenar sus botas de lodo y sus flechas de sangre miraron con desagrado el nuevo festival, pero la siguiente generación la aceptó gustosa, muchos de ellos fueron obligados a aprender a usar el arco desde muy pequeños con el propósito de impresionar a la familia real, por lo que vieron el evento como una forma de no desperdiciar dichas prácticas.
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