Me aferro a la lámpara mientras los dedos de mi mano derecha se deslizan por la madera y mi vista se fija sobre el suelo – no salgas.
Su mano sujeta mi hombro apartándome de la puerta.
– Alguien entró a mi habitación – lo digo en voz alta y de prisa – por favor, no salgas.
Su mirada es fría, toma un cuchillo que estaba en la pared y abre la puerta, acabo de decirle que no salga, ¿qué hago ahora?, si le pasa algo.
Me duele el labio por morderme, no puedo quedarme atrás, salgo al pasillo, la puerta de mi habitación está abierta y ya no somos los únicos despiertos, mis pasos son muy lentos, solo hace cinco minutos logré salir de ese sitio y ahora estoy volviendo a entrar.
Me asomo lentamente, las cortinas fueron cortadas y descansan sobre el suelo, hay varias velas encendidas, mi armario
