– Amigos – repitió Nicolás sin prestarle atención a la palabra – ¿cuáles serán las condiciones de esa amistad?
Margaret sonrió – como sabe, ninguna de nuestras familias nos permitirá tener una salida limpia, y en unos días habrá una reunión en mi mansión a la que estará obligado a asistir, de no hacerlo, la condesa encontrará otro evento con mayor exposición, por eso, para evitar que ella y mi madre confabulen en nuestra contra, pensé en organizar una cita al mes.
No era un mal trato, nada descabellado ni ostentoso y mientras tuviera esa cita, su madre dejaría de molestarlo, era una forma de ganar tiempo antes del inevitable matrimonio saltándose las partes incomodas.
Era afortunado, porque su prometida no era una mujer enamorada que deseaba poseerlo, sino una mujer fría y desapegada qu
