—Rey alpha... Lamento interrumpirlo, necesito hablar con usted.— Un carraspeo por parte de uno de sus empleados se hace presente.
Egan Karan suspira quitándose de encima aquella morena con la que estaba en pleno acto sexual...
La misma lo mira con deseo, así terminaban todas las que pasaban por sus piernas, pero cómo todo mujeriego, ninguna podía repetir, incluso, si él estaba de buen humor las trataba bien, pero aquello no era algo que sucediera todos los días.
A Egan le gustaban las cosas duras y así se comportaba.
—Fuera.— Demanda algo ronco colocándose sus bóxer y pantalones al mismo tiempo.
La joven lobo se coloca su vestido ajustado de manera rápida para abandonar la habitación cuanto antes.
Todos sabían de la mala fama que tenía el Rey alpha sobre su humor, por eso mismo preferían todas ser lo más sumisas posibles...
Ella le sonríe a quien tiene enfrente en la puerta con algo de picardia y se aleja corriendo por el pasillo de la enorme y moderna casa.
Farith, el amo de llaves de la casa y quien se ocupa de cumplir y tener al pie de la letra todos los pedidos y caprichos de Egan lo espera con la mirada en sus zapatos. —Lo siento.— Frunce sus labios al señalar a la morena.
—¿Que es tan importante para no dejarme tener sexo en paz?— Sisea colocándose una camisa negra a medio abrochar.
—Lamentablemente tenemos un problema de rouges, señor.— Vuelve a carraspear apretando sus puños.
—¿Le hablaste a Vanko?— Indaga achinando sus ojos, ahora, molesto porque aquellos estúpidos rouges le estén causando problemas.
Él debía de encargarse de que aquello no llegara a oídos del consejo, ya que sería un gran dolor de cabeza más.
—Su delta está en camino hacia acá, señor, fue al primero qué llame, cómo indica el protocolo.— Asegura con una pequeña reverencia.
—Bien.— Demanda molesto. —¿Que esta pasando?— Ata su cabello en un pequeño rodete bajo para poder estar más cómodo y camina a un lado de Farith para dirigirse hacía su escritorio.
—¡Están atacando el castillo de los Reyes!— Traga saliva y baja la mirada al decirlo.
Sabía que aquello haría enojar por sobre manera al lobo híbrido.
Egan era muy riguroso en mantener los tratados con los vampiros, había tenido sólo unas seis reuniones en toda su vida con el rey de ellos, Sirius Owen, quien parecía ser un hombre de familia astuto y de acuerdo en mantener el tratado para el bienestar de las razas e incluso, para mantenerse al resguardo de los humanos protegiéndose entre ambos de ser necesario, pero no esperaba que atacarán su castillo.
Aquello podía verse cómo una amenaza enviada por él.
Golpea con sus puños el escritorio, rajando un poco la madera del mismo, Farith aprieta sus labios y se mantiene al margen pero atento a cualquier demanda que su Alpha desee. —¡¡Comunícame con Sirius de inmediato!!— Demanda cerrando los ojos para pasar una mano por su barbilla pensativo.
Toda la calma que había descargado al tener sexo, se había esfumado por los aires al escuchar tal noticia.
—Enseguida, señor.— Toma su teléfono para comenzar a hacer las llamadas inmediatas para poder tener conexión con el castillo Owen.
El mismo se aleja unos pasos para poder trabajar tranquilo, que la oficina del castaño fuera amplia ayudaba mucho a que el trabajo fuera más fácil para poder no estar escuchando las conversaciones de su jefe Alpha...
Que lo único que hacía ahora era darle vueltas a una pluma entre sus robustos dedos a la espera de aquella llamada telefónica.
Un ruido lo alerta para levantar la mirada hacía adelante. —Veo que ya estás informado.— Vanko aparece por la puerta con una mueca de preocupación.
Egan lo mira negando con la cabeza, acompañando el gesto con un bufido.
—¡No quiero que esto llegue al consejo, no puede suceder, Vanko!— Aprieta sus labios enfurecido por la noticia.
Su Delta asiente con la cabeza entendiendo a que se refiere. —No se que tan grave sea la situación, envié a dos lobos a rastrillar la zona para que nos informen.— Explica tomando asiento frente a él...
—Quiero que nos informen de inmediato.— Sisea pasando una mano por su cabello.
Farith se acerca interrumpiendo la conversación de ambos con el teléfono en sus manos. —Señor, Sirius en la linea.— Señala el teléfono a un lado, por lo que Egan levanta el mismo para tener comunicación directa.
Vanko lo mira y mantiene silencio, mientras que Farith se aleja para darles privacidad.
—¡Quiero creer que no tenes nada que ver con esto, Egan!— Del otro lado de la linea se escucha la voz dura de Sirius Owen, quien se levantó hace minutos de su cama y espera a que su mujer se cambie por algo más cómodo para poder ponerla al resguardo.
Ya los aullidos se escuchan desde lejos, pero no demoraran en llegar a la propiedad.
—Mi llamado es claramente para descartar cualquier coincidencia con mi nombre, Sirius, siendo rey de ambas especies es claro que me concierten ciertos temas.— Recalca con calma.
El castaño relame sus labios negando con la cabeza, sabe a la perfección que Vanko esta escuchando su conversación y eso le resta el paso siguiente de comentarle todo lo que charlaron durante la llamada telefónica.
—¡Entonces supongo que no tendrás inconveniente en acercarte a nuestros territorios a controlar a los lobos que parecen no acatar la ordenes de su Rey Alpha!— Sisea con recelo Sirius ante la situación de sentir que están atacando a sus tierras y todos aquellos iguales de su r**a.
—¿Estás acaso amenazándome, Sirius? ¿Tengo acaso que recordarte que yo tengo más poder que vos en la linea de linajes?— Sonríe de costado manteniendo la calma.
Aúnque, aquello claramente no es lo que estab ocurriendo, ya que sus brazos comienzan a tensarse y sus venas se vuelven más gruesas conforme sus músculos se tensan ante la ira que las palabras del rey de los vampiros le esta generando.
Vanko sonríe manteniendo sus labios sellados.
No había nada más gratificante que ver a su Alpha poner en su lugar a la gente.
—¡Solo estoy diciendo que mi gente no se quedará sin atacar y que mis tres hijos están en el castillo, matare a cualquier lobo que quiera atacar a mi familia, Egan, simplemente eso!— Escupe furioso al ver cómo aquel chiquillo lo intenta sobrepasar.
Si bien, Egan Karan tenía unos cuantos siglos en la tierra, Sirius tenía unos muchos más que él, casi igual que el padre del castaño, con quien habían iniciado el primer acuerdo y luego se había mantenido a su descendiente hijo. Pero siendo el primer híbrido, él había sido coronado cómo el Rey supremo a sus pocos años de edad, gracias a una junta del consejo objetando que era el indicado para dicho puesto por la crianza otorgada por su padre, sus cualidades y características.
—¡Sabes muy bien que detesto las amenazas provenientes de cualquier persona o especie, pero el tratado sigue intacto, ya que es lo que ambos queremos, pero eso mismo yo en persona iré a poner orden a lo que sea que este sucediendo allí, no obstante, luego hablaremos de tu forma al tratarme!— Alza su barbilla poniéndose de pie.
Sirius rueda los ojos y suelta el teléfono para cortar la llamada, sabe que eso hará cabrear al Rey Alpha, pero aquello no hará que deje a su familia de lado.
Egan cierra los ojos y deja el teléfono en su lugar, apretando el mismo al borde de escucharse cómo se craquela de apoco, al punto de no romperse de pura casualidad.
—¡Qué stephen venga con nosotros, vamos a necesitarlo!— Sisea con una mueca de incomodidad en su rostro.
Detesta exponer a sus amigos y a su grupo cerrado en estos casos, pero de cualquier manera ante la devoción que ambos le tienen, sabe que jamas lo dejaran sólo.
Aprendió a vivir con aquello, aúnque, no fuera una de sus actividades favoritas.
Vanko asiente poniéndose de pie para tomar su celular y llama al omega de la manada para que se haga presente en la propiedad del Alpha. Preferían utilizar aparatos electrónicos a el link personal que tenían. —¿Alguien más?— Indaga saliendo de la oficina junto a su Alpha.
—Adrik sera de ayuda, no podemos ir sin él.— Suspira pensativo al nombrar a uno de sus guerreros más fuertes.
Vanko asiente apretando sus labios. —¿Sería muy difícil pedir que no te expongas?— Lo mira burlón su delta.
Egan suelta una carcajada burlona al mirarlo.
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—¡¿Dónde están los niños, Sirius?!— Alina Owen es quien lo pregunta angustiada al escuchar cómo todo se prende fuego a su alrededor.
Su marido la toma de su mano para comenzar a dirigirse hacía la zona segura del castillo.
La bellisima propiedad estaba ubicada en Irlanda del norte, más específicamente en Tyrone...
Plantándose al final del pueblo sobre la colina un castillo maravilloso, para los humanos pura burguesía, mientras que para los Vampiros que vivían allí sabían a la perfección que ellos eran la absoluta realeza, quienes habían decidido asentar sus bases allí a pesar de tener propiedades distribuidas por el mundo entero.
—¡Sirius no hagas cómo que no estas escuchándome, cuándo sabes perfectamente que sí!— Sisea frunciendo su entrecejo.
Desde lejos se podía ver con algunos cuencos de fuego inundando la superficie verde que adornaba sus espacios libres. La imagen es aterradora.
Los guerreros luchan para evitar que pasen las vayas de seguridad, mientras que otros se ocupan del fuego y de mantener a los niños y mujeres alejados de tal disturbio.
—¡Te aseguro que los niños saben protegerse, Alina, lo importante es que te ponga al resguardo!— Asegura tirando de ella con su rostro tieso.
Su mujer niega con la cabeza completamente a disgusto con su respuesta. —¡Holland esta acá, Sirius y sabes como los chicos la tratan cuando están solos!— Angustiada lleva una mano a su pecho cuándo su marido tira de ella hacía las escaleras.
—¡Alina, los pretegere a los tres, pero no haré eso si vos no estas a salvo primero!— La mira fijamente, sus colmillos salen a flote.
Ella niega con la cabeza ante la actitud de su esposo. —¡No voy a dejar que vayas a pelear, no voy a dejarte, Sirius!— Su mirada es abrumadora.
Sirius sonríe coqueto y la encierra en una habitación, dejándola dentro sin su absoluto consentimiento.
—¡MALDITO, SIRIUS, MÁS TE VALE VOLVER CON VIDA PORQUE SERÉ YO QUIEN TE MATE POR HABERME ENCERRADO!— Su esposa grita desesperada desde el otro lado de la habitación.
Él solo sonríe y acomoda su camisa. —Lo siento, cariño. ¡Tu seguridad es todo para mi!— Asegura tras marcharse a velocidad sobrenatural para poder encontrar a sus hijos de inmediato.
Algunos guardias pasan por su lado cuando Sirius va en busca de los gemelos y Holland. —¡Señor, póngase a resguardo, estamos cubriendo todos los frentes!— Demandan mirándolo con preocupación.
Los gritos y aullidos se escuchan desde allí.
Aguíen cómo Sirius no tiene temor aquello. —¡Se perfectamente que debo hacer, voy por mis hijos!— Una mirada es mas que suficiente para que ellos agachen la cabeza y dos de los cinco se queden a cuidar su espalda.
—¡Lo... Lo sentimos, señor!— Uno de ellos agacha la mirada avergonzado.
Cuando llega al salón principal sus hijos se encuentran con sus colmillos afuera y sus ojos rojos dispuestos a salir a atacar a los lobos que se están agrupando para entrar al castillo.
—¡¿Que demonios hacen acá?!— Demanda llegando a su lado.
Ambos gemelos los ignoran, por lo que su padre debe de acercarse más a ellos.
—¡Protege a Holland, yo me ocupo de estos asquerosos perros!— Grita Kyril a su hermano Magus.
Su padre los escucha y sonríe de costado sabiendo que jamás dejarían que nada malo le pase a su hermana pequeña por más peleas que haya entre ambos a lo largo de los siglos.
—¡Va a escucharme cuándo la encuentre, maldición!— Se queja negando con la cabeza. —¡No entiendo cómo puede ser así de terca!— Escupe con recelo.
Sus ojos están inyectados de sangre y su respiración es por demás acelerada, tanto que cuándo ve a su padre rueda los ojos, ya qué es claro a lo que viene y no quiere escuchar ningún sermón de su parte.
—¡¿Dónde esta Holland?!— Su padre exaltado los mira a ambos, en particular a Magus, quien iría tras ella.
El mayor de los gemelos niega con la cabeza.—¡La irritante de tu hija salio al bosque en busca de ellos, golpearon a Zenda y claro que tu maravillosa hija salio en caza de los perros para cobrar su propia venganza!— Se queja rodeando los ojos.
—¡¿Y POR QUE DEMONIOS DEJARON QUE FUERA SOLA?!— Indaga con una voz claramente proveniente de un líder.
Ambos hijos se miran negando con la cabeza. —Fue mi culpa, padre.— Asegura Kyril alzando su barbilla para aceptar la culpa.
—¿Podrías explicar eso un poco más a detalle?— Lo mira burlón.
Magus suspira negando con la cabeza. —No creo que sea un buen lugar ni momento ahora mismo para hablar.— Bufa señalando la batalla que se esta dando en el exterior.
—¡Llevé a Kara a que se resguarde con las mujeres y niños que estaban por la zona del castillo!— Baja la mirada avergonzado de admitir que protegió a su alma gemela sobre todos.
—¡Te aseguro que tu novia sabe muy bien protegerse, Kyril!— Escupe con recelo y con sus puños apretados del enojo que le genera que su hijo haya cometido aquel error.
Familia primero.
Aquel era su lema, si bien habían aceptado a Kara cómo su familia ya que era la pareja destinada para su hijo, no podían darse el placer de dejar a un lado a su verdadera familia de sangre, quienes la componían nada más y nada menos que ellos cinco.
—¡Yo iré por ella, pero dejen de discutir! ¡¡Niña estúpida no tiene idea de lo que son capaces estos rouges!!— Sisea Magus nuevamente apretando sus puños.
—¿Estás seguro que podes con aquello?— Su padre lo mira preocupado.
—¡Por supuesto que sí!— Le guiña un ojos risueño moviendo su cuello para relajarse y estar con todos sus sentidos encendidos.
—¡Maldita cría!— Kyril mira hacia el exterior cuándo los guardias le dan el afirmativo de que pueden salir, aúnque, aquello hace que su trabajo sea mas difícil.
Los gemelos siempre fueron guerreros y no había nada ni nadie que los obligara a quedarse encerrado en una habitación de resguardo para esperar a que todo finalizara.
—¿Zenda esta bien?— Sirius pregunta poniéndose frente a sus hijos para evitar que salgan a pelear.
Ambos lo miran obvio. —Ella esta con las mujeres y niños, dónde debería de estar tu hijita, pero es tan cascarrabias que hace lo que quiere como siempre.— Sonríe irónico Magus.
Su padre niega con la cabeza con una mueca de desaprobación absoluta. —¡Vuelvan con vida!— Lo mira fijamente su padre al darle aquella orden.
—¡Lo haré, pero necesitamos que vuelvas con mamá!— Asegura negando con la cabeza...
Kyril asiente dándole la razón a su hermano gemelo cuándo ambos salen por las puertas del castillo para proteger su hogar y a sus padres.
—Su madre está bien, me quedare en el pasillo para vigilar su puerta junto a los guardias.— Deja en claro mirando a ambos, dándole a entender que los encontrara allí a su regreso.
Kyril sonríe coqueto —Nos llevara un minuto volver.— Le guiña un ojo y ambos hermanos se alejan corriendo cada uno a una especifica tarea.