Holland se encuentra arrodillada en la entrada principal a las bóvedas en dónde sus padres se habían estado protegiendo de los ataques.
—¿Por qué ustedes?— Suspira bajando la mirada...
Si sabía de dos personas que eran generosas, amables, buenas y que cuidaban a todas las especies, incluso, a los humanos, eran sus padres...
No por nada eran los reyes, y aquello no hacía más que recordarle la impotencia que tenía ahora mismo, misma impotencia que recuerda haber sentido cuándo había decidido no vivir más en el castillo.
~>')~~~~>')~~~~>')~~~~>')~~~~>')~~~~>')~~~~>')~~~~'
—Sirius, escuchala...— Su madre apoya una de sus calidas manos sobre su hombro.
Su hija había lanzado la noticia de malas a primeras, y aquello no había sido tomado para nada bien por parte de los reyes.
—¡Él no sabe lo que es eso!— Holland rueda los ojos mientras que se cruza de brazos, llevándose una mirada por parte de su madre.
—¡Sos prácticamente una bebé en el mundo vampirico!— Sirius tuerce sus cejas.
—¡Y ya tenés a tus dos hijos para que reinen a tu lado!— Bufa cansada.
—¡También sos parte de esta familia!— Le recuerda su madre con voz calmada.
Holland no puede hacer más que suspirar. Entiende que quiere ayudar y que sus palabras no son para nada maliciosas o en doble sentido, pero no están ayudando en estos momentos.
—¡Lo sé, mamá, no quiero irme porque no me sienta feliz, quiero irme porque se que allí afuera hay más que todo esto!— Suspira apretando sus labios.
—¡Viajan por todo el mundo cuando lo desean, ¿Por qué ahora no quisieras vivir en el castillo?— Frunce sus labios no pudiendo entender cuál es el problema con el castillo.
No se siente cómoda allí, con todas aquellas personas haciendo reverencias cada vez que pasan por al lado de ellos, o incluso, cuando quiere ir a la cocina por un simple vaso de agua, sabiendo que no hay nada más mundano que eso y tiene que esperar a que se los lleva a otra persona porque está mal visto que ella misma lo haga.
Sus padres son personas nobles, humildes... Y de gran corazón, pero las reglas fueron dictadas por el consejo y su padre es uno de los vampiros más originarios que existen en el mundo y es por eso que hay ciertas reglas que no pueden evitar no cumplir, estén o no estén de acuerdo con las mismas.
Su hija sonrie y los mira... —Justamente ese es el problema, papá, me siento atrapada en este Castillo.— Explica subiendo sus manos.
—Pero es tu hogar.— Su madre lleva una mano hacia su pecho con una mueca triste.
Sirius se levanta llevando una mano con dureza hacia la madera del fino escritorio. —¡No puede irse del castillo!— Se queja frunciendo el entrecejo.
—Ella no se irá para siempre, amor mio.— Lo mira con dulzura en sus ojos, a lo que su padre niega con la cabeza reiteradas veces.
—¡Solo quiero vivir en otro lugar, tener mí independencia!— Se queja suspirando.
Sirius vuelve a sentarse con ayuda de su esposa, quien le sonríe con ternura para seguir sosteniendo su hombro para que guarde la calma.
—¡¿Más Independencia de la que tenés?!— Se burla, irónico.
Holland se cruza de brazos y niega con la cabeza. —¡Quiero estudiar, lavar mis propios platos, tener mis propios errores, no tener una estúpida escolta detrás de mí espalda todos los días!— Exclama exasperada.
Sirius suspira subiendo una mano hacia su cabeza, su esposa suspira y mira a su hija con compasión, guiñandole un ojo delicadamente.
—Puede que logres convencerme...— Hace una pausa rodeando los ojos. —Que tu madre lo logré conmigo mejor dicho, pero eso no evitará que tengas una escolta, Holland.— Arquea sus cejas al mirarla.
Ella sonríe irónica, a la vez que muerde su labio inferior. —¿Para seguir controlandome?— Suspira negando con la cabeza.
Su madre suspira agachando la mirada. —Holland, tu padre está intentando colaborar con tu petición, sería bueno que vos también pongas de tu parte.— Recomienda.
—¡No pueden pretender que sea como ellos!— Arquea sus cejas elevando la voz.
—¡Nadie pretende que seas como ellos, Holland, y se que no te gusta para nada pertenecer a esta familia de realeza, pero lamentablemente para vos, sos nuestra hija biológica tanto cómo la de ellos, por lo que si esto llega a un punto final y logramos llegar a un acuerdo, tené por seguro que va a haber reglas, las cuáles no te van a gustar y te aconsejo que te vayas haciendo amiga.— Puntualiza volviéndose a parar y apoyando sus manos sobre el escritorio.
La castaña traga saliva y alza su barbilla para mirarlos a los dos. —¡¡Si fueran los príncipes quienes te lo pidieran se lo darías!!— Lo mira con recelo.
Su padre sonríe. —Vos sos la princesa, Holland, sos incluso más importante que ellos, porque es a quien van a atacar primero, por eso mismo es tan difícil para nosotros dejarte ir...— Suspira negando con la cabeza.
Su mujer agacha la mirada y aprieta sus labios en un silencio bastante doloroso.
—¡No soy una niña!— Arquea sus cejas apretando sus puños.
—Lo sabemos, Holland, pero siempre serás nuestra hija... Y como reyes buscamos lo mejor para los tres.— Explica ella con calma.
—¡Ya es suficiente!— Sirius eleva la voz mirando a su hija.
Es por eso que la castaña no puede hacer más que suspirar y salir de la oficina para dejarlos a solas, sabiendo que por lo menos por hoy no obtendrá Respuesta.
~>')~~~~>')~~~~>')~~~~>')~~~~>')~~~~>')~~~~>')~~~~>')~~
Traga saliva en un silencio ensordecedor que sólo hace que se sienta más en soledad y que la angustia recorra sus venas con una presión que no es capaz de aguantar...
Por eso mismo, observa todo lugar lleno de sangre con sus ojos verdes parpadeando lentamente y recorriendo cada esquina...
A medida que lo hace las imágenes que el híbrido le mostró en su mente, se van recreando poco a poco en las paredes y en cada salpicón o mancha que encuentra por el suelo.
Aquello no es para nada bonito de apreciar.
Él se encuentra detrás de ella con sus brazos cruzados observando la escena, que por más que no quiera admitir, le parte el alma en dos.
—Lamento tu pérdida.— Murmura completamente sincero.
La mira con el entrecejo fruncido y su mandíbula apretada, intentando contener a su bestia interior y a su cuerpo por salir corriendo para envolverla entre sus brazos... Aún no sabe bien cómo se siente aquella sensación, pero de solo imaginarla, y de haberla tocado levemente, hacía más que aquello le quemará toda la piel de ansiedad.
—¿No te quedó claro que no quería tu presencia, perro?— Siquiera se da vuelta al cuestionar aquello.
Sigue debatiendo consigo misma el hecho de tomar la mano helada de su madre o acariciar la mejilla de su padre,mientras que las lágrimas comienzan a bajar lentamente desde sus lagrimales hacia su barbilla...
Tantos recuerdos rondan por su mente, más los buenos que los malos, pero justamente ahora los recuerdos malos son los que la abrazan en el lecho de muerte de sus padres para recordarle cada cosa que le puede llegar a generar angustia.
—Vas a tener que buscar otro apodo, cariño, que me digas perro sólo hará que me enfurezca.— Sonríe malicioso.
—¿Y crees que eso genera algo en mí? ¡Es lo que sos, un pulgoso!— Arquea sus cejas al verlo de reojo con poca paciencia.
Egan mueve su cabeza a un costado, se encuentran en absoluta soledad y así lo prefiere él. —Deberia de generar algo en vos... Porque sino te dejas ayudar un poco por este pulgoso, sólo vas a sufrir.— Comenta subiendo sus hombros.
Son tantos los años y siglos que pasó esperándola, que no sabe si ella es realmente real o en una jodida broma de su inconsciente.
Por eso mismo no sabe tratar con Holland, y se está conteniendo mucho en estos momentos.
—¡No necesito tu maldita ayuda, deberías de irte!— Se queja respirando con dificultad.
Egan realme sus labios al escuchar su demanda...
Sus manos pican, y sus colmillos están deseando beber de su sangre con ansías. Traga saliva frunciendo sus labios para acercarse unos pasos, manteniendo una distancia prominente entre ambos.
—¿Y cuándo vas a entender, cariño que no voy a dejarte sola?— Una mueca de melancolía se hace presente en su rostro...
La castaña no la nota y ni siquiera le interesa observar los gestos y las articulaciones que él le está regalando para demostrarle que sus sentimientos y sus palabras son realmente verdaderos...
—¡¡Deberías de estar castigando a quienes hicieron esto!!— Aprieta sus puños sobre sus rodillas y cierra los ojos con fuerza.
No quiere derramar ni una sola lágrima más, no delante de él, donde sabe que sus emociones se van a disparar en cualquier momento y no se siente para nada protegida, y menos que menos, segura...
—Y lo haré... No tengas ninguna duda.— Asegura alzando su barbilla.
Holland alza su mirada para chocar sus ojos con los de él.
Aquello no hace más que generar que los latidos del corazón de Egan se hagan más notorios, por lo que la castaña sonríe con burla.
—Sos realmente patético, quisiera saber si moves la cola así de entusiasmado también.— Se burla poniéndose de pie aun a un lado de los c*******s de sus padres...
Egan suspira. —Realmente lamento tu pérdida.— Vuelve a insistir con aquello.
La castaña sonríe y se cruza de brazos para mirarlo, aún, desde una distancia prominente.
No quiere siquiera intentar ver qué sucede cuándo ellos están nuevamente cerca...
Tenía todavía en la punta de su nariz y en su paladar el olor y el gusto que emanaba su sangre cuando él se autolastimo en el bosque.
—¿Crees que no lo escuché antes?— Arquea su cejas al mirarlo.
Pero para su sorpresa él no se queda callado sino que avanza y sonríe de manera burlona. —¿Y yo te tengo que recordar que puedo sentir cómo estás ahora mismo?— Sube sus hombros tiernamente aunque no intenta que el gesto salga de ese modo.
Holland sube su mirada para observar todo su torso, realmente tenía que admitir que ser un híbrido le quedaba muy bien...
Parecía fuerte, con aquellos músculos que podían cargar toneladas de peso y parecería que nunca le dolería y hasta incluso aquel pecho duro y fornido que estaba parado frente a ella y en ningún momento se arqueaba...
—¿Y eso qué importa si yo no te quiero decir cómo me siento, perrito?— Relame sus labios y se arrepiente de inmediato al hacer aquel gesto involuntario cuándo los ojos azules se clavan en el recorrido de su lengua.
—No necesito que lo digas, cariño porque ya lo sé, sólo estaba intentando ser amable pero si queres que lo hagamos de la manera ruda no tengo ningún problema, incluso, voy a estar más cómodo actuando así.— Le guiña un ojo antes de estamparla contra una pared y tomarla de la cintura.
Holland suelta un jadeo de sorpresa, no estaba para nada errada al pensar en lo fuerte que él era. —¿Ahora vas a intentar lastimar a tu mate?— Se ríe mordiendo su labio inferior.
Él tuerce sus cejas y la observa encorvando un poco su espalda para quedar a su altura. —¿Crees que no soy capaz?— Sonríe malicioso, algunos mechones de su cabello castaño caen hacia adelante cosquilleando las mejillas de Holland.
Ella entre abre sus labios para responder. —Quiero verte intentarlo, perrito.— Sonríe sacando sus colmillos.
A lo que ante aquel gesto Egan no puede hacer más que sonreír y tornar sus ojos amarillos... —En serio sos hermosa y esa boquita más... Pero no soy educado ni paciente.— Sisea la amenaza en sus labios para dejarle en claro que él no va a ser caballero con ella y menos ahora que la castaña lo está porfeando...
—¡Es claro que ducado no sos, salvaje!— Lo mira con asco, para luego intentar zafarse de su agarre.
Lo logra, pero solo porque él así lo quiere.
—Te aseguro que vas a querer dejar de llamarme así, cariño.— Le deja en claro con voz ronco.
Holland lo ignora abriendo la puerta para salir de aquella habitación.
Pero él luego de darle unos segundos de libertad, volverla a tomar por la cintura y chocar su pecho contra su espalda, corre su cabello hacia un costado y sin previo aviso muerde su cuello...
La sensación es tan placentera que se siente cómo tener un maldito orgasmo, acaricia su cintura con ansiedad, mientras que con su otra mano la tiene tomada del cuello, ella prácticamente se encuentra prisionera entre sus brazos y no puede negar que la sensación es completamente excitante y perturbadora al mismo.
Son dos realidades distintas a las que se enfrentan a medida que él sigue succionando de su sangre con tanta pasión y necesidad.
Por un momento intentó removerse entre sus brazos, pero que él sólo le susurrara en su mente "—Eso sólo hará que lo haga más doloroso".— Fueron las palabras justas para dejar de luchar.
Cerrando sus ojos se dejó llevar por las sensaciones que quería reprimir constantemente de que había conocido al castaño.
Holland se sentía realmente flotando y no podía pelear contra ese sentimiento.
Cada vez que los minutos y se hacían eternos, los brazos sin ninguna intención de soltarla... No ahora, que le había explicado que si seguía tratandolo de aquella manera habría consecuencias...
—No... Podes... Morderme... Sin mí maldito consentimiento...— Sisea apretando sus puños.
Egan hace una mueca similar a una sonrisa. —"Creo que ya lo hice, cariño."— Murmura en su mente.
Parecía que la habitación había desaparecido y eran solamente ellos dos en un limbo de sentimientos y corazones que no querían admitir lo bien que se sentía estar en los brazos del otro, a pesar de que no te extraña no había podido calmar su sed y tampoco deseaba hacerlo contra todos sus bajos instintos e impulsos, estar en esa situación justamente ahora mismo era tan abrumador que no podía pensar en otra cosa que el ruido del bombeo del corazón de egan, chocando contra su espalda una y otra vez demostrándole que no hacian faltan las palabras para explicar lo que le hacía sentir con tan sólo estar parada frente a él.
Él mismo también estaba cegado por la sed y las ansias de aquello que nunca había anhelado, pero que ahora que lo conocía no podía dejarlo ir...
Su bestia interior le recordaba que ella iba a estar para toda la vida a su lado ahora mismo que la había encontrado, qué lo más conveniente sería soltarla para que ella pudiera recuperar un poco de la fuerza que el beber del envase de su cuerpo le había causado, sumándole, también, el momento incómodo de la pérdida de sus padres, sintiendo aquel dolor que la estaba recorriendo por dentro y Egan no podía lograr quitarle por el momento ya que ella no le permitía abrirse hacia él.
Pero otra vez salía a flote la necesidad de seguir regocijándo sus venas con su suave olor y sabor a menta... Pero una llamada de atención y una alerta se hace presente cuando la castaña comienza a soltar el agarre de su brazo el cual intentaba ejercer presión para no sentirse atrapada entre sus brazos.
Egan frunce el entrecejo y separa sus colmillos de su cuello, de aquella zona que se había convertido, de ahora más, en tu favorita y no podía esperar que perder mi tiempo para encontrar más zonas favoritas en el cuerpo de la castaña.
Cuando se da media vuelta para observarla a sus ojos verdes, los mismos se encuentran cerrados y la opresión en su pecho se hace efectiva.
~>')~~~~>')~~~~>')~~~~>')~~~~>`)~~~~>`)~~~~>`)~~~~>`)~~~~>`)~~~
—¡Estarás bien... Lo harán bien!— Kara acaricia su mejilla y me sonríe dulcemente.
Kyrill aprieta sus labios sin soltarse de su abrazo.
En cuánto tuvo la posibilidad corrió a buscarla sólo para tenerla entre sus brazos.
—No dudo en que podamos gobernar bien, pero no estábamos preparados para que sucediera.— Explica suspirando.
Kara acaricia su brazo. —Toda tu vida, desde que naciste, que estás preparado para esto, mi amor, sé que no lo esperaban, pero son los reyes y no pueden dejar a un pueblo sin respuestas y sin gobernador.— Frunce sus labios.
Kyrill suspira dándole la razón.
—Lo se... Creo que nos tomaremos el día de hoy para planear su funeral, la ceremonia y todo lo que eso conyeva... Siquiera puedo enumerar lo que es primordial— Murmura paulatinamente.
Recién ahora que se encontraba en sus brazos, podía ponerse a pensar un poco las cosas con calma, e incluso, sabía que, aún, le faltaba sentarse a charlar con su hermano gemelo, con quién compartiria todo esto muy pronto.
—Estare a tu lado, y puedo ayudarte en lo que desees, es también parte de mí funcion cómo pareja.— Le asegura de manera dulce.
Kara era noble, amable y jamás había esperado tener el puesto de reina, junto a quien también fuera el alma gemela de Magus.
Cuándo lo conoció a Kyrill, él demoró más de quince años para admitirle que era el heredero al trono, y la reacción que ella tuvo era la que esperaba, sólo tomó su mano y le sonrió, sabiendo que siempre se mantendría a su lado, siendo su par y disfrutando lo que la naturaleza les había regalo a ambos siendo pareja eterna.
Cuidándose el uno al otro.
—Lo se... Y detesto pedirte eso... Pero creo que llegó el momento de mudarnos al castillo... Quizás eso ayude a mantener las cosas en calma... Magus y yo necesitaremos estar acá.— Suspira cerrando los ojos.
Kara aprieta sus labios mirando hacia abajo. —Supuse que ya estábamos medio viviendo aqui, será divertido cambiar de aires, siempre y cuándo podamos cocinar nosotros mismos.— Señala la habitación con una sonrisa tierna.
Kyrill sonríe tomando su mejilla para besarla dulcemente. —En serio, soy un jodido afortunado al tenerte a mí lado.— Junta sus frentes y se mantiene abrazo a ella.
—Afrontaremos los cambios.— Le asegura.
—Suena tan fácil de tus labios.— Suspira cabizbajo.
Kara aprieta sus labios. —Lamento mucho que tengas que pasar por esto... Los Reyes eran muy afortunados de tenerlos a ustedes.— Le asegura sin soltar su mano.
—Lo único que me deja tranquilo es que éramos una familia, los cinco, no quedó nada pendiente y eso me da calma.— Suspira chasqueando la lengua.
—Lo sé, amor... Lo va a superar.— Le repite volviendo a apretar su hombro.
Kyrill suspira pasando ambas manos por su rostro. —¿Incluso que el Rey Alpha es mí maldito cuñado?— Se queja echando su cuerpo hacia atrás para su respaldo.
Kara se ríe mordiendo su labio inferior. —Supongo que eso es lo que más los preocupa a ambos.— Murmura divertida.
—¡El jodido Rey Alpha!— Se queja negando. —¿Que sigue? ¿Que Magus tenga un conejo de mate?— Bufa y Kara muerde su labio inferior para fundirse en un beso.
Dos golpes en la puerta lo hace suspirar y arquear sus cejas.
Puede detectar inmediatamente que se trata de Reik, su mejor amigo y mano derecha de ambos príncipes, a quienes ellos dos habían elegido para que lo acompañe en este proceso.
—¡No puedo ahora!— Se queja del otro lado de la puerta, sin siquiera moverse de la cama.
—Estoy seguro de que vas a querer saber esto, si no fuera importante no te molestaría.— Le recuerda su mano derecha.
—¿Que es tan importante? ¡Los reyes ya están muertos, dudo que hayan revivido!— Se queja frustrado, a lo que Kara acaricia su brazo para que mantenga la calma.
—Es tu hermana... Ella se desmayó....— Anuncia con el rostro más pálido de lo normal.
Kyrill tuerce el entrecejo y se levanta inmediatamente, a lo que Kara también lo hace y acompaña en el proceso de cambiarse ambos inmediatamente.
—Yo... Lo lamento.— Se disculpa quedando frente a ella.
Kara sonríe acariciando su mejilla. —Estara bien... No pelees con ella, los tres se necesitan.— Le recuerda.
Kyrill traga saliva y cierra los ojos por unos minutos. —¿Puedo pedirte un favor?— Suspira teniendo algo de vergüenza.
Ella sonríe y no hace falta que él lo diga. —Ire a corroborar que los hayan dejado en un lugar acordé para ellos.— Eesponde dándole confianza.
Kyrill la toma nuevamente de la cintura para besarla. —Gracias... Realmente gracias, en cuánto vea y corrobore que Holland se encuentra bien, comenzaré a coordinar con Magus.— Murmura al separarse, para encontrarse con Reik del otro lado de la puerta esperándolo.
~>')~~~~>')~~~~>')~~~~>')~~~~>`)~~~~>`)~~~~>`)~~~~>`)~~~~>`)~~~
—¡No me toques!— Magus levanta su dedo señalando a Stephen, quien alza sus manos manteniéndose en el medio de Egan y Magus.
—Esta bien, Stephen... Dejalo.— Responde ronco el castaño.
—¿Bien?— Se ríe Magus al querer de nuevo ir a confrontación con él.
—¡No te olvides con quién estás hablando, colmillitos!— Sisea divertido al mantener sus ojos amarillos casi naranjas.
—¿Con el imbécil que marco a mí hermana sin tener poder de parar?— Lo mira bufando...
—Ella estará bien... Es su mate.— Vanko es quien acota manteniéndose apoyado en la pared que da al pasillo de la habitación de la castaña.
—¡Mantene a tus perros callados!— Exclama perdiendo la cordura.
Sus padres habían fallecido hace pocas horas y no podía siquiera ponerse a pensar en aquello y llorar en su lecho de muerte.
Y si cómo aquello no fuera suficiente, tenía que tolerar que todo el clan del Rey Alpha estuviera en su propia casa paseándose y ayudándolos cómo si fuera su asunto.
Aquello era lo que más detestaba de que hubiera leyes y un maldito consejo en sus tierras que demandará que el Rey Alpha podía gobernar sobre ellos, que sólo eran los reyes vampiricos.
Vanko sonríe y avanza hacia él de manera chula, dispuesto a golpearlo hasta el hartazgo. —Puede que seas el maldito rey de este castillo, pero soy el Delta de está manada y no le vas a faltar el respeto a tu rey.— Lo empuja sin problema.
Egan sonríe divertido con sus brazos cruzados sobre su pecho.
—¿Que está ocurriendo?— Kyrill llega y pone una mano en el hombro de su hermano para frenarlo, por lo que Magus suspira negando con la cabeza.
—¡Este imbécil la marco!— Se queja rodeando los ojos.
Kyrill achina sus ojos y lo analiza en silencio. Para luego observar la puerta cerrada que siempre fue destinada para Holland.
—¿Sin su jodido consentimiento, cierto?— Se ríe irónico.
El híbrido alza su barbilla y avanza dos pasos hacia quedar frente a él. —¿Eso cambia?— Cuestiona con rencor. —¡Ella es jodidamente mía, y la puedo marcar dónde sea!— Exclama elevando el tono de voz.
Kyrill pasa una mano por su cabello y niega reiteradas veces con la cabeza. —¡Es una princesa!— Le recuerda apretando sus puños.
Egan sonríe divertido. —¡Y ahora es mí reina, y no me interesa que ella no lo quiera, sabe las opciones, tu hermana es demasiado orgullosa para dejarse morir!— Deja en claro.
—¡Con todo respeto Rey Alpha, sos un completo imbécil!— Kyrill demanda mirándolo con recelo.
—Eso no cambia que ella es mia.— Le guiña un ojo divertido.
Vanko sonríe orgulloso de su Alpha.
Magus suspira negando, mientras que su hermano se da vuelta hacia él. —¿La vio alguien?— Indaga preocupado.
—Si... Tranquilo, ella necesita descansar y despertará cuándo se regenere su sangre.— Suelta obvio.
Kyrill acaricia su ceja y asiente suspirando..—¡Genial, lo que nos faltaba! Va a estar furiosa.— Murmura pensativo, a lo que él híbrido solo puede sonreír.
—Puedo con eso.— Murmura Egan.
Magus sonríe irónico... —No vas a estar presente, perro.— Le sonríe irónico.
Egan no sonríe, tuerce su entrecejo, al sentirse amenazado, y si aquella amenaza es contra Holland todo se vuelve n***o en él.
—¡Quiero ver qué lo intenten!— Sisea parándose frente de ellos dos.
Kyrill suspira y lo mira directamente a los ojos. —Creo que tenemos mucho de que hablar, quizás podamos aprovechar que ella esté descansando para hacerlo.— Propone.
—Bien.— Responde secamente.
—Ellos pueden esperar abajo.— Demanda Magus con desagrado.
El híbrido sonríe divertido, para luego relamer sus labios al observarlo burlón.
—Vanko se queda a escoltar la puerta.— Demanda mirando a ambos gemelos.
—Espero estés bromeando.— Sisea Kyrill.
—¿Tengo cara de bromear?— Indaga. —Todos tus guardias y la guardia civil se están ocupando de recomponer la situación alla fuera y quitar los pocos cuerpos que quedan en el bosque y en los acantilados, el castillo está prácticamente expuesto y no voy a dejar su habitación expuesta.— Deja en claro.
—¿Y por qué no dejas al vampiro?— Señala a Stephen, quién rueda los ojos.
—Porque Vanko no será flojo con la princesa en caso de que desee escapar.— Sonríe malicioso.
—¿Escapar? ¡Es su jodido hogar también!— Se queja Magus al verlo completamente desencajada.
—¡No parece estar muy a gusto acá mismo!— Frunce sus labios subiendo sus hombros.
—¡En mí maldita vida tuve una jaqueca y ahora la tendré!— Se queja Kyrill pasando una mano por su cabello.
Los mismos se miran y suspiran al unísono.
—¿Sabes que seguimos reinando dentro de este castillo no?— Indaga Magus malhumorado.
Egan lo mira arqueando sus cejas. —¿Y vos recordas que el consejo deja en claro que yo tengo el mayor poder entre ambas especies?— Carraspea al recordárselo.
—¡No vamos a llegar a ningun lado si seguimos queriendo ver quién tiene más peso!— Suspira Kyrill, cansado.
—¡Con el perro es imposible!— Magus acota.
—Por mí podemos medir todo lo que quieran, pero finalizara cuándo ella despierte, porque por si no les quedó claro, no la dejaré sola.— Les recuerda serio.
Ambos gemelos se miran para nada convencidos con su tono de amenaza, sin embargo, no pueden hacer más que asentir con la cabeza.
—Como sea, nos daremos cuenta cuando despierte y daremos por finalizada la reunión.— Asegura Kyrill avanzando hacia las escaleras para poder ir nuevamente hacia el escritorio en dónde habían estado hace horas.