Él golpea una de sus paredes llegando al final del pasillo y se da vuelta mirando hacia la puerta abierta de la habitación de la castaña, niega con la cabeza frustrado por su actuar, pero de cualquier manera estaba luchando consigo mismo para No dejarse pisotear. Era un jodido Rey, y era el único Rey de ambas especies, no dejaba que nadie se interpusiera en su camino y que menos que menos le dijeran lo que tenía que hacer, tenía voz y voto propio y la voz que tenía era la más fuerte de todo el mundo y todas las especies estaban de acuerdo ante ello. Por eso mismo le molestaba, de sobremanera, el hecho de que la Castaña no pudiera acatar sus órdenes como todos lo hacían apenas él levantaba un solo dedo de su mano. —¡No!— Tuerce sus cejas dándose media vuelta para volver a su habitación.