—No lo creo, amor... No queremos hacer enojar a Egan.— Vanko aparece detrás de su mujer en menos de un parpadeo. Samay suspira y coloca sus ojos en blanco, odiaba realmente cuándo él usaba su velocidad sobrenatural para aparecerse frente a ella. —Yo que creí que estábamos llevando el desayuno en paz.— Holland murmura fingiendo estar aburrida. Egan sonríe burlón a un lado de su amigo. —¿En paz o sin ansias, cariño?— Cuestiona. Samay sonríe cuándo Egan le entrega una bolsa con gomitas de su tienda humana favorita. Vanko toma asiento a su lado, y pone los ojos en blanco sintiéndose realmente celoso. —¿Podrías de dejar de comprarle regalos a mí mujer?— Se queja apretando su mandíbula. Egan, sin embargo, suelta una carcajada guiñandole un ojo a la rubia, quién sonríe negando con la cabeza