Cada tanto lo observa e intercambio su mirada entre el camino y su pareja, quién sigue con su mirada al frente cristalina y su mandíbula tan apretada que sus colmillos están prácticamente lastimando su labio inferior, que salga sangre de los mismos no ayudan mucho a calmar el ambiente porque la sed de sangre de la rubia se hace cada vez más presente. Carraspea y coloca su cuerpo erguido sabiendo que solamente quedan diez cuadras, para poder llegar a su domicilio por eso mismo con sus manos extendidas hacia delante aprieta el volante de cuero e intentando no respirar, para no sentir la suave fragancia de su olor, sigue concentrada en el manejo. Samay aparca la camioneta en el estacionamiento privado que tienen techado luego de haber pasado Las rejas quién habilitaban el acceso a la propie