-Alex- -Tienes razón- dijo de inmediato- Lo lamento mucho, Dios… Es que Anthony-- me puse de pie sin dejarlo continuar, dándole la espalda, concentré mi atención en mi pequeño y no en las muchas idioteces que salía de boca de su maestro- Alexandra- me llamó y di la vuelta escuchando la perfecta pronunciación de mi nombre en su boca- ¿Podría preguntarte algo? -Si no es uno de tus insultos, adelante- dije venenosa alzando la mano, Cristian suspiró y se puso de pie, parándose junto a mi. Ambos veíamos el cabello rape de mi hermanito que, si crecía, se veía exactamente como el mío. También sus ojitos eran hermosos, no amarillos, sino de un intenso verde como el de nuestra difunta madre-¿Y bien?- lo apresuré mirandolo de reojo, pero la sorpresa inundó mi cuerpo cuando habló sobre mi oreja. -