-Nico- Su teléfono me mandaba a buzón. Era la tercera vez. Frustrado por no saber qué rayos pasaba con Alex ni donde se había metido grité un "Adelante" a quien quiera que tocara la puerta de mi oficina para entregar su poema asignado ayer. Me puse de pie de inmediato cuando entró. Alexandra estaba bien vestida y su rostro estaba arruinado con lágrimas secas. Se tambaleaba un poco y fue cuando se lanzó sobre el asiento y puso torpemente su mochila en mi escritorio que con enojo caminé hacia la puerta para cerrarla con pasador. -Alexandra, ¿Donde estabas? Te he marcado y…- me acerqué a ella y su risita tonta me hizo parar en seco-¿Estas ebria?¡Qué carajos!- me puse de pie y con las manos en jarras la miré seriamente aún cuando no me mantenía la mirada-¿Cómo se te ocurre entrar aquí en e