Unos días después, me encontraba en el centro de la ciudad, sentaba bajo un gran toldo de lona mientras el equipo de maquillaje de la campaña de Michael Kors me preparaba para la sesión. Como había pedido Liz, me depilé, hice faciales, tratamientos de cabello y todo el asunto, y funcionó, porque los estilistas no dejaban de alabar mi cabello, del cuál me sentía orgullosa, pues sí que lo cuidaba mucho; pero sin embargo, aquello había servido de poco, porque igual me habían puesto varios productor y llevaban un buen rato planchándolo, procurando quitarme las ondas naturales. —Ya estás, preciosa... Anda con Stef y ella te dirá cuál es el conjunto que debes usar primero —dijo la maquillista unos minutos después, luego de colocarme el labial. —Vale, gracias. Me levanté y fui a donde estaba