—¿¡Qué hiciste!? —gité, sabiendo en mi corazón que tenía que hacer algo con su auto y su vengativo impulso de causar problemas en la vida de Derek como él lo hizo con la nuestra. Harry gimió, poniendo los ojos en blanco con arrogancia y agarrándose la cabeza. —Deja de gritar —espetó—. Y no hice nada. —¡Estás mintiendo! —grité para su disgusto. Hizo una mueca, frotándose las sienes—. Tus manos son jodidamente problemáticas, Harry. ¿¡Nudillos magullados y ropa sucia!? ¿Qué? ¡¿Crees que soy jodidamente estúpido?! —¡La mayor parte del tiempo lo eres! —respondió, arrepintiéndose instantáneamente de sus palabras cuando comencé a gritarle de ira. Levantó las manos en el aire, tratando de calmarme. Mis manos volaron en el aire mientras hablaba y hablaba sobre lo enojada que estoy y cómo necesi