Jamie no se consideraba el mejor, en nada de lo que hacía. Simplemente disfrutaba de ello sin importarle si era peor o mejor que otros. Nunca consideró que tuviera talento en nada, por eso siempre le molestó que su madre se empeñara en que él desarrollara alguna habilidad que él sabía que no tenía. “Puedes ser mejor, mira a tu hermano. Es un buen ejemplo.” Eran las palabras que escuchaba cada día durante toda su adolescencia. Había practicado boxeo, pero cuando su entrenador le dijo “Eres bueno, puedes llegar lejos.” Simplemente lo dejó. ¡No quería ser bueno! ¡Solo quería hacer algo! La mirada de su madre era algo que había llegado aborrecer con toda su alma. No le guardaba rencor a ella, pero si a sus palabras. Por quien sentía algo de resentimiento, era hacia su padre, quien nu