Había pasado casi una semana para Ana en aquella casa, con aquellos desconocidos, aunque Jamie y Jake la trataban como su igual, la madre de Jake la miraba con algo de desprecio. Solía cenar en la habitación, la mayoría de las veces en compañía de Jamie y de Jake. Cada día Tom tenía una comida especial para fortalecer sus defensas y aunque las noches eran extremadamente largas, ya se sentía más segura en aquella casa. — Ten. — Dijo Jake, entrando a la habitación y ofreciéndole una bolsa con ropa, todas holgadas y cómodas. — Ya deja de usar las de Jamie. — Gracias. Que bueno que has venido, quería hablar contigo. Tom estaba en la cama dormido, las medicinas solían darle un poco de sueño en las tardes. — ¿Sucede algo ? — Jake tomó asiento en la butaca que había al lado de l