Luis estaba hablando con el rey Zuberi sobre la misión, ya que estaba planificando la mejor forma de proteger a las chicas de los ataques sin pasar por tantos riesgos. Si bien el joven caballero había escuchado que el primogénito de la reina Jucanda se ofreció a mejorar la seguridad en la Capital, ambos eran escépticos de que fuese suficiente para este caso en concreto.
- Sé que el príncipe Rhiaim se encarga de la seguridad de las calles, pero es UNA sola persona – dijo el rey Zuberi – Además, él se centra en proteger a TODOS los ciudadanos, no solo a UN pequeño sector. Lo mejor es asignar a cada estudiante un escolta, que las puedan proteger personalmente de camino a casa.
- Sí, también estaba pensando en eso, tío Zuberi – dijo Luis – en ese caso, ¿usaremos a los soldados de nuestro ejército?
Mientras conversaban, recibieron un mensaje en el comunicador que tenían instalado en la residencia. Ahí, leyeron un mensaje de la duquesa Sara, quien los invitaba a participar de la primera prueba para conquistar el corazón de la reina, con la participación de ella.
- Mmmh… interesante – dijo el rey Zuberi, al leer el mensaje.
- ¿Qué dice? – preguntó un curioso Luis.
- Se trata de un baile. Deben bailar junto a la reina para demostrar la química que tienen entre los dos, reluciendo la forma de conquistarla a través de la música.
- En mi formación de caballero me enseñaron a bailar – dijo Luis, con una media sonrisa – seguro pasaré esa prueba.
- No te confíes. No sabemos cómo serán los otros.
- Como dije, no son rivales para mí. Pero, de todas formas, practicaré los pasos de baile en estos días para no pasar un momento bochornoso delante de la Corte.
- Me alegra escuchar eso.
Cuando llegó el día de la prueba, los cuatro candidatos fueron conducidos hacia un gran salón, donde los supervisarían los nobles de la Corte, los cuidadores y la reina. Esta vez, también permitieron la participación de periodistas y otros invitados, ya que se trataba de un evento público donde los pretendientes serían conocidos por sus respectivas habilidades y apariencias.
Janoc lució una camisa blanca con pantalones negros, zapatos marrones y un cinturón multicolores. También llevaba una vincha roja sobre su cabeza y una pulsera con pequeñas plumitas blancas de adorno.
Brett se vistió con una túnica blanca con detalles de flores bordadas en hilos de oro y alpargatas doradas. Tenía los cabellos recogidos en una coleta y sus ojos habían sido delineados en n***o.
Luis lució un conjunto de camisa azul con corbata blanca, saco y pantalones negros y calzados de cuero n***o, junto a una rosa que depositó en el bolsillo delantero de su saco.
Zafiro se vistió con un conjunto n***o y botas de cuero marrones, una capa blanca sujetada con un prendedor dorado y un par de guantes negros.
Tanto Luis como Zafiro miraron a Janoc, con desprecio, como si les molestase su presencia. Brett lo miró de reojo, pero mantuvo su expresión neutra. El muchacho, por su parte, se sintió incómodo cuando los candidatos del reino del Oeste y Norte lo observaban ya que, a diferencia del príncipe, ellos sí lucían muy intimidantes.
Un par de minutos después, apareció Aurora en compañía de lady Queral. La joven monarca lucía un vestido blanco con mangas cortas y detalles bordados con hilos multicolores. No llevaba su peculiar vincha de plumas y sus cabellos estaban sueltos. Se sentó en su trono y dijo:
- Buenos días sean a todos. Hoy nos divertiremos un montón porque se trata de un baile. Y pensé que, para hacerlo más divertido, pediré que los candidatos formen parejas entre ellos y dancen.
- ¿Qué? – se le escapó decir a Janoc.
- Majestad, pero no es bueno que dos chicos bailen juntos. ¡Eso confundiría sus instintos! – intervino la duquesa Sara – Se supone que debes bailar uno a uno con ellos para…
- Olvidé mencionarlo: ¡No sé bailar! – se excusó Aurora, interrumpiendo a la duquesa – Y soy una chica muy torpe, ya saben, el resultado de haber vivido en el campo durante toda la vida. No me gustaría pisar los pies de mis candidatos o arruinarles sus hermosos trajes que tanto les costó preparar.
- ¿Y entonces cómo mediremos su química? – preguntó la duquesa Sara - ¿Cómo encenderán así la pasión de su amor hacia uno de ellos?
- Se “encenderá” cuando los vea interactuar entre ellos – dijo Aurora, ensanchando una amplia sonrisa – Pienso que, si bailan juntos, aprenderán a respetarse y dejar las hostilidades a un lado. Si las reinas de los cuatro reinos logramos mantener las buenas relaciones a pesar de rivalizar entre nosotras, mis candidatos también deberían aprender a hacerlo.
Los cuatro candidatos reflejaron incomodidad en sus rostros, pero no dijeron nada. En eso, Aurora dio un largo suspiro y decidió:
- Harán dos rondas. Primero harán pareja el príncipe Brett con el caballero Luis y el guerrero Zafiro con el señorito Janoc. En la segunda ronda, intercambiarán y será el príncipe Brett con el guerrero Zafiro y el caballero Luis con el señorito Janoc. ¿Qué les parece?
Como nadie dijo nada, Aurora dio un par de palmadas y dijo:
- ¡Bien! ¡Comencemos!
La música se activó. De inmediato, Luis se acercó a Brett y lo tomó de las manos, marcando así su dominio en el baile. El joven príncipe lo aceptó y se dejó guiar por el joven caballero. Por su parte, el guerrero Zafiro tocó a Janoc con un dedo y exclamó:
- ¡No voy a bailar con un plebeyo! Si fuera una chica lo consideraría, pero…
Al darse cuenta que tanto el rey Gilberto como la ex reina Nadelina lo miraban con expresiones de advertencia, tragó saliva y no tuvo otra opción más que aceptarlo. Así es que tomó bruscamente las manos de Janoc y comenzó a dar varias vueltas, dando rienda suelta a su torpeza con el baile.
- ¡Ay! ¡Me pisas! – se quejó Janoc.
- ¡Cállate y aguántate! – le dijo un incómodo Zafiro, al notar que los periodistas no paraban de tomarles fotos - ¡Si tanto quieres casarte con la reina, pues te la bancas!
Luis, quien los miraba a lo lejos, soltó un par de risitas y comentó:
- Los guerreros son tan torpes y prepotentes. ¿No lo crees, “princesa”?
- ¿Princesa? – preguntó Brett.
- ¡Ah! ¡Perdón! Es que te ves tan parecida a una chica que me confundo, ja ja ja – dijo Luis, mirándolo con una expresión de burla.
- Ojalá fu… fuera una prin… princesa – dijo Brett, con una voz triste – quizás, mi vi… vida habría sido más bo… bonita…
Luis se sintió extrañamente incómodo ante las palabras de Brett. Había escuchado que, en el reino del Este, los hombres sufrían de mucha opresión. Pero nunca imaginó que sería demasiada como para desear haber nacido mujeres. En un momento, lo hizo girar y lo tomó de la cintura, inclinándose ligeramente hacia adelante hasta arquearle la espalda. Brett seguía manteniendo su expresión neutra, dejando que Luis siguiera guiándolo como su pareja de baile.
“¡Es tan dócil como dicen los rumores!”, pensó el joven caballero. “¿Será por su educación? Aunque mi tío me pidió que no lo molestara, me dan ganas de provocarlo”.
- ¡Bien! Entonces, si no te ofende, comenzaré a llamarte “princesa” – dijo Luis, retornando a su postura habitual para seguir con el baile – Por cierto, lindo vestido.
- Gracias.
“¿Pero qué le pasa a este chico?”, pensó Luis, al ver que no conseguía fastidiarlo.
Cuando terminó la música, hicieron el intercambio de parejas. Esta vez, Zafiro bailó con Brett y Luis con Janoc. Al contrario que con Janoc, Zafiro se movió mucho más lento para no pisar los pies del príncipe, pero aún se movía de forma muy torpe ya que nunca fue diestro en el baile.
- Al menos un príncipe es mejor que un plebeyo – murmuró Zafiro, con una expresión de fastidio – no me contagiará con alguna bacteria extraña, ja ja ja.
- N… no de… deberías hablar así de él – dijo Brett.
- Escuché que el plebeyo lo atacó el otro día. ¿No es así, majestad? – le preguntó Zafiro. Pero antes de esperar a que le respondiera, continuó - ¿Y aún así lo defiendes?
- Pu… puedo entenderlo – dijo Brett – mi re… reino fue uno de los re… reinos que in… invadió esta ti… tierra por muchos a… años, y él no fue el único que me a… atacó desde que lle… llegué aquí. Por eso…
- Usted no tiene la culpa de lo que le sucedió a este país, majestad – lo interrumpió Zafiro – no debe mostrar piedad por aquellos quieran hacerle daño.
El joven guerrero le hizo girar a Brett. Pero, en lugar de inclinarlo como lo hizo Luis, se mantuvo recto y, presionándole fuertemente la mano, le dijo:
- Puedo sentir que te estás conteniendo en matar a alguien. Desde la cena pude percibir que tus ojos son las de un asesino. Por eso, si me tienes en la mira, te advierto que no dudaré en destrozarte si te atreves a levantar la mano contra mí.
- ¿Planeas ma… matarme?
- No. Mi moral me impide matar príncipes – dijo Zafiro, mirándolo directo a los ojos – Solo te dejaré algunos huesos rotos y un recordatorio de que no todos tus enemigos caerán en tus trucos de chico “gentil” y “amable”.
Mientras ellos bailaban, Luis y Janoc también tuvieron su charla a la par que danzaban al son de la música.
- En verdad los tienes bien puestos para venir aquí a pasar vergüenza, plebeyo – dijo Luis, mirándolo con desprecio.
- Tengo nombre – dijo Janoc, frunciendo el ceño.
- ¿Y qué? Solo eres un capricho momentáneo de la reina. Acepta tu destino y mejor da un paso al costado, plebeyo.
- Quienes deben marcharse son ustedes, invasores – dijo Janoc – Aurora me ama y eso no va a cambiar jamás.
- Hasta el amor tiene sus límites, plebeyo. La reina solo le falta abrirse un poco más y ver que soy el mejor candidato.
Janoc pisó el pie de Luis. Éste hizo una mueca de dolor, pero se contuvo de agredir al muchacho. Luego, le hizo dar un par de giros y le susurró al oído:
- Eres tan salvaje y vulgar, no tienes clase ni educación. Así nunca llegarás siquiera a caballero.
Cuando la música terminó, Aurora se levantó en el trono y dijo:
- ¡Maravilloso! ¡Son perfectos bailarines! Por eso, ahora, me dieron ganas de bailar. Y ya he decidido por quién comenzar…
Todos estuvieron expectantes ante las palabras de Aurora. Ella levantó su dedo, señaló a Brett y dijo:
- Comenzaré con el príncipe Brett. Luego, elegiré al resto al azar.
Los nobles quedaron sorprendidos, ya que Aurora lo había rechazado hacia tiempo. Y por eso les extrañaba que eligiera a él en lugar de a Janoc quien, en esos momentos, lucía impactado.
Aurora se acercó a Brett, lo tomó de las manos y comenzaron a danzar, al son de la música.
- Brett, lamento mucho lo de la otra vez en la mansión – le dijo Aurora, por lo bajo – por favor, no le guardes rencor a Janoc, está sufriendo mucho con esto.
- Lo en… entiendo – dijo Brett – sé que es… está fu… furioso porque in… invadimos su país, y por eso…
- Ah, en realidad, estaba celoso.
- ¿Celoso?
- Sí. Él te considera un “rival en el amor”. Pero ya aprendió la lección, así es que tengo la ligera esperanza de que no vuelva a intimidarte de nuevo.
- N… no sé qué pu… puede celar de mí, si no tengo casi nin… ninguna cu… cualidad aparte de ser un pri… príncipe…
Aurora sonrió. En el fondo intuyó que Brett tenía muy baja autoestima pero, para ella, era un chico muy amable y buen hermano, que solo quería vivir una vida tranquila. Lamentó que la Corte fuese tan cruel como para forzarlo a ser un candidato, por lo que intuyó que lo amenazaron con algo. Y mientras se perdía en sus pensamientos, Brett dijo:
- Si me o… odias, lo entenderé. Pe… pero eso no hará que cam… cambie mi percepción de ti, ma… majestad.
- ¿Odiarte? ¿Por qué te odiaría?
- ¿No me odias?
- No. Que te haya rechazado no quiere decir que te odie. Simplemente que no eres el hombre que amo. Pero estoy dispuesta a ser tu amiga si me dejas ayudarte a salir de este embrollo.
Cuando la música terminó, Brett mostró una ligera sonrisa, pero no dijo nada. Aurora lo interpretó como que estaba de acuerdo con sus palabras y lo dejó descansar. Luego, se acercó a Janoc y siguió el baile pero, esta vez, se mantuvo en silencio.
Janoc, por su parte, se preguntó qué tanto habló con el príncipe Brett para que éste sonriera. Pero no se animó a hablarle porque ella se lo ordenó. Y aunque ahora estaban frente a frente, el muro que se levantó entre ellos dos se hizo cada vez más grueso e impenetrable.
La música terminó y, esta vez, se acercó al caballero Luis. Como era bastante alto, la joven monarca lucía como una niña pequeña a su lado. Aurora notó que el caballero si sabía bailar, aunque ya lo percibió cuando lo vio danzar con Janoc y Brett hacia rato.
- Luce muy hermosa hoy, majestad – le dijo Luis – su toque es acorde a la cultura de esta nación.
- Gracias – dijo Aurora - ¿Está disfrutando de la Capital, caballero Luis?
- Sí. Es muy movida. Recorrí el mercado e hice algunas compras. Si quiere, le puedo traer un regalo la próxima.
- No hace falta. Solo quiero que te comportes como un verdadero caballero, no seas despectivo con Janoc y respeta a Brett. Tampoco te metas con el guerrero Zafiro, aunque intuyo que ustedes dos se llevarán bien a futuro.
- No lo creo, su alteza. Entre rivales es difícil que exista cordialidad.
- Yo creo que sí. Si no fuera de esa manera, nunca me habría aliado con los antimonárquicos para desbancar la colonia de tu reino.
La música terminó. Aurora se separó de Luis y éste la miró, con una furia contenida por lo último que le dijo. Pero decidió contar hasta diez para no estallar, ya que estaba expuesto ante muchos ojos en una nación extranjera, que publicarían cualquier desliz suyo para juzgarlo.
La muchacha se acercó al guerrero Zafiro. Éste, al estar ante una monarca, tuvo mucho más cuidado que antes, pero todavía seguía moviéndose de forma muy torpe. Aurora lo miró y le dijo:
- En el palacio hay un campo de entrenamiento, por si quieras practicar ahí con tus armas.
- Gracias por la consideración, majestad – dijo Zafiro.
- Y, por cierto, si ves a Janoc por los pasillos, no lo intimides. Tengo cámaras y sirvientes vigilando, que me informarán al instante de lo que sucede.
- En verdad que está encaprichada con el plebeyo. Aún no entiendo qué fue lo que vio en él, majestad.
- Él tiene algo que tú nunca tendrás, pero no pienso decírtelo. Y, por cierto, tampoco te metas con Brett, ese chico sufrió mucho y lo último que quiere es que lo molesten.
- Todos sufrimos, su alteza. Nadie escapa de ese destino. Y el príncipe Brett no es el chico dulce que todos creen que es, solo necesita un incentivo para sacarle su verdadera personalidad.
Aurora tembló ligeramente ante las palabras de Zafiro. Recordó de cuando vio a Brett en la mansión, dispuesto a seguir atacando a Janoc aún cuando éste había sido vencido. Rhiaim también le había dicho algo similar y dedujo que, quizás, al ser guerreros, ellos si estarían mejor experimentados sobre esas cosas.
El baile terminó. Zafiro se sintió satisfecho por provocar una reacción en Aurora.
La duquesa Sara, quien supervisó las pruebas, se levantó y dijo:
- ¡Todos fueron maravillosos! Sí, incluso el señorito Janoc se lució… para ser un plebeyo – ante esto, hizo una mueca de desagrado – el guerrero Zafiro es torpe y bruto, pero supo tener el cuidado suficiente para no lastimar a sus parejas en el baile.
“¿Y yo qué? ¿Sopa?” pensó Janoc, con rabia.
- El caballero Luis es sin duda excepcional, se comportó como un digno caballero – continuó la duquesa Sara – Pero el príncipe Brett es… ¡Sublime! ¡Es como un ángel venido del cielo! Sin duda que se lleva el primer lugar en esta prueba.
Todos aplaudieron. Los periodistas comenzaron a acercarse al príncipe para tomarle fotos y hacerle preguntas. Pero Brett, en lugar de lucir contento, se sintió muy triste e incomodo por acaparar la atención. Luis lo contempló por unos instantes, se acercó a los periodistas y les dijo:
- Déjenlo tranquilo, que no es una escultura.
Brett lo miró, extrañado. Y antes de preguntarle el porqué lo estaba ayudando, Luis le respondió por lo bajo:
- Soy un caballero, “princesa”, está en mi naturaleza protegerla, aunque seamos rivales. No hace falta que me retribuya este favor.
Cuando los periodistas se marcharon, Zafiro miró a Janoc y le dijo:
- Estás a años luz de superarnos, plebeyo. Acepta tu destino y da un paso al costado.
Janoc frunció el ceño, pero no dijo nada porque Aurora estaba cerca. El joven guerrero, por su parte, lanzó una pequeña sonrisa y se marchó inmediatamente de ahí.
La duquesa Sara se acercó al príncipe y, tomándolo del mentón, le dijo:
- Lo estás haciendo bien, majestad. La reina siente simpatía por ti y acaparas la atención de la prensa. Sigue así y lograrás superar las pruebas.
Aurora, al verla, se acercó. Pero, en lugar de confrontar a la duquesa, se dirigió hacia Brett diciéndole:
- Tu hermano te está esperando.
- Ah, sí. Iré con él – dijo Brett, procediendo a retirarse rápidamente del lugar.
“¡Esto se vio tan extraño!”, pensó Janoc. “Brett no parece sentirse cómodo aquí. Y entonces, ¿Por qué sigue entre los candidatos? Bueno, no importa. Lo mejor será que me concentre en esa misión y deje a los candidatos en paz”
Y con eso en mente, se marchó del lugar.