Zafiro fue a la Capital en compañía de un escolta. Si bien se trasladó en coche desde el palacio hasta la ciudad, quiso realizar el trayecto a pie a partir de cierto punto para iniciar con el patrullaje. “Los civiles pensarán que solo estoy paseando”, se dijo el joven guerrero. “Pero, en realidad, intentaré acercarme a las chicas para conversar con ellas y… quien sabe, disfrutarlas” En eso pensaba cuando vio al caballero Luis salir de la residencia donde se hospedaba con el rey Zuberi. Ambos se fulminaron con la mirada, pero decidieron patrullar juntos por si surgía algún percance que no podrían abordar por sí solos. - Supongo que no me dirás lo que averiguaste, ¿no? – le preguntó Luis a Zafiro. - ¡Claro que no! – le respondió Zafiro – pero la última carta de amenaza no es un secre