Remojo mis labios, tomando una bocanada de aire, para acomodarme el cabello. ─Te escuché perfectamente, Enzo…suena tan bien ─murmuro, provocándole que abra los ojos con sorpresa. Bebe de su coctel, y de repente, aparece mi padre. ─¡Está llegando! ─Anuncia, apagando la música. Él llega hasta mí, dándome un beso en la mejilla─. Ahí está mi hija ─menciona, con cariño. Se escucha la puerta abrirse, y mis ojos se desvían hacia los de Enzo, que me atrapa, mirándole. Juraría, que el color de sus luceros, es lo más parecido al cielo…y me está provocando visitarlo. ─¡Sorpresa! ─Gritamos al unísono hacia la pequeña, disfrazada de soldado. Ella suelta una carcajada, corriendo hacia mí. La alzo en mis brazos, mientras todos comienzan a saludarla, deseándole lo mejor a mi pequeña. Le enseño la m