Llego a una de las sedes de la agencia de la CIA; el respetado y glorioso SAMC “sistema de autoridad militar de la CIA” donde militares y soldados condecorados somos seleccionados para ser entrenados por la CIA. Nos otorgan rangos, tropas y entrenamiento combinado. Ellos dicen que la disciplina de los militares es la más respetada, por eso es que nos dan la oportunidad de entrar a la agencia, trabajar para ellos en misiones de alto riesgo y ganar mucho dinero.
Dejo mi tarjeta en la recepción de seguridad y esbozo una sonrisa a la recepcionista y cadete Berenisse, quien me ondea la mano, entregándome una carpeta. Dejo salir un suspiro ante mi vida perfectamente controlada.
─Capitán Miller, ¿cómo desea su café de hoy? Estos archivos los tiene que entregar firmados para el Mayor Davis, quien la espera en su oficina, ha tenido éxito en la misión de Italia ─explica haciendo un asentimiento de saludo. Detengo mis pies firmando y colocando los sellos en los renglones debidos.
─Gracias, quisiera un americano bien fuerte, por favor...entregaré los archivos, Berenisse ─expreso guiñándole un ojo, en cuanto ella entiende de inmediato. Me dará tiempo de saludar a mi prometido cómo es debido. Remojo mis labios caminando en el pasillo hasta llegar a la puerta donde muestra la placa con su rango de Mayor. Lleno mi pecho de aire tocando la puerta «Soy su prometida, pero sigo siendo de rango inferior a él, tengo que actuar con respeto al frente de todos» pienso.
─¡Adelante! ─Manifiesta con su voz exquisita que logra erizarme la piel. Empujo la puerta encontrándome con sus ojos miel y sonrisa sugestiva al verme entrar. Cierro la puerta detrás de mí, lanzando los archivos a un lado para comenzar a quitarme el arnés con el arma y los pantalones─. Sí que eres insaciable, no sabía que me extrañabas tanto ─expresa en un jadeo cuando me subo en su regazo mientras se mantienen sentado y baja su cremallera, liberando su m*****o erecto; listo para mí.
─Irte a Italia, por más de una semana, provocó que la pila de mi vibrador se fundiera, así que…te deseo tanto, Harry, hazme tuya rápido antes de que el General me llame a trabajar ─suelto en sus labios tomándolos con vehemencia y lujuria, mientras mi sexo se humedece de solo tenerlo debajo de mí…al hombre más candente de la división, mi prometido. Él posiciona su falo en mi hendidura para penetrarme de una sentada. Arqueo mi espalda, cuando sus manos aprietan mis pechos, rozando las durezas en ellos. Reprimo los jadeos mientras voy moviendo mi cadera en círculo, y salto sobre él─. Mierda, te extrañaba tanto, Mayor ─suelto en un jadeo, provocándole una sonrisa para mirarme el semblante excitado.
─Eres mi capitana pervertida, pero tienes que hacer más silencio si no quieres que perdamos nuestros rangos ─expresa en un gruñido cuando comienzo a mover con más rapidez mi cadera. Harry sostiene mi trasero, tomando el control, para embestirme y terminar de enloquecerme con el orgasmo que me avasalla «si no fuera tan obsesionado con esta organización de agentes de la CIA, sería más relajado y menos frío conmigo» pienso, sintiendo cómo me llena de su ser.
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Termino de abrochar mi arnés, para sostener mi arma. Sus ojos se posan en mí, con cierta preocupación.
─Tranquilo, estoy pensando que soy estéril, lo hemos intentado estos tres años y nada…creo que el destino desea que siga siendo capitán de la CIA ─expreso resoplando. Harry camina hacia mí acunando mi rostro para obligarme a mirarle. Sus labios rosados se denotan exquisitos luego de morderlos y besarlos con intensidad.
─No pienses eso, hermosa, primero nos casaremos, no dejaremos de intentar, ambos deseamos un hijo…pero nuestro trabajo nos coloca en peligro constante y… ─Me aparto de él, negando con la cabeza. «Estoy pensando que lo deseo más que él a mí» aclaro mi garganta.
─Mayor, permiso para retirarme, ha sido un gusto darle la bienvenida de nuevo al país y que esté a salvo ─murmuro con el nudo en la garganta, pero retengo la debilidad mirándole con frialdad.
─Concedido…Te amo, Megan, eres mi capitana hermosa ─expresa, dándome un beso casto.
─Te amo, Harry, tanto, que duele ─declaro, saliendo de la oficina. Me encuentro a la cadete, quien trae mi café con una sonrisa.
─Tienes el cabello despeinado, supongo que estuvo muy bien ─expresa jocosa. Soplo el café, tomando un sorbo para mirarle con complicidad─. El general le está esperando ─agrega de repente. Resoplo rodando los ojos y agradezco dirigiéndome a ese lugar, botando el envase del café antes de golpear la puerta y entrar ante su llamado.
─Tome asiento, capitán Miller ─demanda, luego de que hago el saludo respectivo. Termino de entrar, sentándome en el sillón al frente del escritorio.
─Como bien sabes, la mafia de Los Huracanes, está causando estragos en nuestro país, debemos de aprovechar que están muy cómodos y les tenderemos una trampa…se encuentran los tres hermanos Gambino, menos la prima menor de la familia, queremos a los tres, sobre todo…al maldito líder de Diaval Gambino ─explica sin tapujos, empujando una carpeta con fotografías, de cada uno, hasta del reciente fallecido y menor de los Gambino. «Cuatro despiadados hermanos y una prima protegida por ellos…la peor escoria de Europa» pienso, apretando la carpeta en mis manos.
─General, le escucho a sus órdenes ¿cuál es mi papel en esta misión?
─Vas a ir de infiltrada, serás la distracción, lo que sueles hacer; seducirlos mientras nosotros atacaremos en su descuido, quedarán embelesados con tu belleza ─menciona, sorprendiéndome. Arrugo mi entrecejo, tragando con dificultad de la rabia que me carcome.
─Pensé que dejaría de tener ese papel en la agencia, por el último intento de abuso, tuve que asesinar al objetivo antes de que…ocurriera lo peor ─digo con cierta repulsión al recordarlo. El General posa sus ojos azules en mí, llenos de frialdad y experiencia. Es un viejo amigo de mi padre, pero la confianza aún no está en mí.
─Tenemos otras opciones; donde haces se sumisa del Rey de la mafia, también donde finges ser una mujer de la trata de blancas. Pero te estamos dando un papel menos peligroso, donde puedes controlarlo, Megan como las anteriores veces. Eres capitán de la división, así que tendrás que apañártelas, si no quieres ser transferida a otra sede y que tu rango baje a teniente. ─amenaza con frialdad. Asiento, tomando una bocanada de aire «maldito machista» ─. Me alegra saber que hemos escogido bien, ya puedes retirarte, estudia bien sus debilidades y sus gustos…con eso los tendrás, mientras se ganan una bala en medio de las cejas ─menciona soltando una carcajada.
Me retiro de la oficina, con un amargo sabor, para comenzar a estudiar para mi próxima misión. Llego hasta el campo de tiro, donde todos hacen la reverencia por mi presencia, al ser de un rango mayor, encontrándome a mi hermano, quien es el ministro de SAMC ─superior a mí─. Termino de llegar a él, quien me abraza al ver mi rostro.
─¿Qué te trae al campo? Supe que el General te ha impuesto otra misión importante ─expresa, besando mi mejilla, mientras los Sargentos practican a nuestro alrededor.
─Otra misión de seducción ¿Acaso no puedo ser como un verdadero capitán o solo es porque soy mujer? ─Inquiero sofocada, caminando a su lado. Sus ojos marrones me observan con dulzura.
─Eres muy buena en eso, y no por ser mujer. Tómalo como un halago, eres un arma letal sin balas ─suelta, burlándose de mí. Le empujo con mi puño─. Soy tu Ministro, cuida esas manos, Capitán ─menciona y ruedo los ojos ante su carcajada.
─Quien se molestará por esto, es Harry ─digo llamando su atención.
─Mi cuñado, es muy celoso contigo, pero tiene que entender que es parte de tu trabajo, él hace misiones muy arriesgadas, por más que tú le pides que no lo haga…sin embargo, ama su trabajo ─menciona deteniendo sus pasos para encararme. Resoplo, recordando que una de las condiciones para nuestro compromiso, era dejar de hacer esas misiones donde impliquen seducir o fingir que soy una prostituta para un criminal y exponerme de nuevo a arruinar la misión a destruir al objetivo que tenía que ser atrapado─. Estarás bien, eres una Miller, somos los mejores en lo que hacemos, no por nada mi padre nos dejó con buena fama de militares y nos entrenó desde jóvenes…está en la sangre, Megan ─expresa, llevándome a sonreír por sus cejas alzadas.
─Además somos muy guapos ─suelta, provocándome una carcajada por su egocentrismo Miller. Niego con la cabeza, dejando salir un suspiro.
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Termino mi jornada de entrenar a los cadetes en técnicas de disparo, para atar una coleta alta en mi cabello mientras tomo mis cosas y regresar a casa con mi Mayor. Salgo de la sede, despidiéndome de todos para encontrarme en el auto, la mirada de mi hombre. Mi sexo lo reconoce y lo quiere de nuevo.
Entro al auto, dejando las cosas en la parte trasera, para besar sus labios. Él me da una sonrisa, manejando.
─¿Viste tu regalo? ─Cuestiona de repente, me giro, vislumbrando un gran ramo de rosas rojas. Jadeo de emoción por el romanticismo de Harry, enamorada hasta los tuétanos de este hombre magnífico; muy sexy y con excelente m*****o. Me lanzo hacia él, besándole con intensidad, el deseo comienza a enloquecerme, pero me detiene, desconcertándome. Arrugo el cejo, admirando su semblante─. Seguimos en la sede, no podemos tener ni un simple beso, alguien podría delatarnos por más que pronto nos casemos ─agrega y resoplo, frustrada lanzando mi cuerpo al asiento.
Mis ojos vislumbran al frente a una de mis mejores amigas, y compañera de trabajo, acercándose al auto con su cabellera rubia platinada; ojos verdes y atuendo elegante ―es la hija de la Sub General de SAMC, así que tiene más privilegios, por más que sea una simple teniente―. Ondea su mano inclinándose en mi ventana para saludarme.
─Hola, tortolos ¿celebran algo? ─Cuestiona posando sus ojos afilados en el ramo de rosas.
─Solo ha querido ser romántico, así es Harry ¿Saldrás a alguna fiesta? ─Respondo mirando su atuendo.
─Que suerte tienes, Megan, quisiera también tener un Mayor en mi vida…en fin, tengo una reunión de SAMC, mi madre me ha suplicado que vaya, así quizás conozca a mi propio Mayor o Coronel de otra sede de la CIA ─suelta con una sonrisa «zorra, eres mi amiga, deja de comerte a mi prometido con tu mirada» pienso, ante la actitud coqueta que siempre ha tenido.
─Que bueno, ya nos vamos, ¿cierto, cariño? ─Digo mirando con los ojos entornados a Harry. Él carraspea, asintiendo.
─Aburridos, pero…que la pasen bien, si llegan a planear un trío, invítenme ─suelta golpeando sus tacones lejos del auto. Harry acelera, antes de que me quede sin amiga, por asesinarla con mis propias manos. Él aprieta una sonrisa, que llama mi atención.
─¿Qué te causa risa? Se te estaba insinuando.
─Eres tan linda, cuando te pones celosa. Y no deberías, me tienes para ti, además…tengo de prometida a una Miller ─declara provocándome un suspiro. Trato de pensar en el camino, sobre nuestro futuro, y cómo le diré de la misión, yéndome por la opción de mi profesión; mentir.
Harry se dispone a cocinarme, y no me quejo. Es una de las cosas que amo de él. Suspiro, admirando su torso apretarse en la camiseta «A este hombre lo hicieron con amor, por más que su madre me odie» pienso, recordando el odio que me tiene mi suegra por no ser parte de las damas de la sociedad, ya que he optado por ser la capitana de la división y no una simple teniente como Jennifer.
─Quisiera saber ¿Qué está pensando mi prometida? ─Cuestiona, llamando mi atención. Abro los ojos, admirando sus labios gruesos y solo me provoca ser tomada de nuevo por él. Retengo mis instintos, mordiendo mi labio.
─Me han dado una misión ─anuncio, sus manos se detienen, levantando la cabeza hacia mí para mirarme con asombro.
─Espero no sea lo que pienso, ya lo hemos hablado y ningún maldito te verá bailar en ropa interior ni te intentará follar ─gruñe molesto, invadido por los celos y la hombría. Trago con dificultad, tomando una bocanada de aire para negar con la cabeza.
─Por primera vez en mucho tiempo, no me dieron ese tipo de misión, eliminaré a un objetivo ─miento, ya que no podemos hablar mucho de nuestras misiones, fuera de la sede. Él resopla, relajando su cuerpo que comenzaba a tensarse.
─Me alegra saber eso, eres la mejor y mereces misiones que te den mejores créditos…además, eres capitana, te deben un mínimo de respeto ─suelta haciéndome sentir como una tonta por mentirle «demonios, Megan, así no se comienza un buen matrimonio» pienso, acercándome a él para ser besada por sus labios llenos de dulzura y comprensión. Me abraza, para provocarme un suspiro.
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