Llegamos a la escuela en tiempo récord y mientras caminamos por los pasillos vemos como los padres van llegando de a poco y entrando a los salones. Llevo el pastel y es cuando me doy cuenta de algo. Dante está nervioso. Lo sé porque tiene la mano en el bolsillo y frota los dedos dentro de estos. Es algo que recuerdo muy bien. ―La cuestión es esta, Dante ―espeto deteniéndome en medio del pasillo y soy consciente que algunas madres y profesoras le miran. Obvio ese detalle y me centro en el hombre frente a mí. ―Entramos, escuchamos como lo ha hecho hasta ahora Damián y recibimos las indicaciones de cómo ayudarle a mejorar si es su caso. ―Entiendo. Pero es un buen chico. Una pequeña sonrisa tira de mis labios. ―Lo es, tiene buenas notas y es muy atento, solo que no tiene muchos amigo