Dante pasa por mi lado y camina hasta el salón.
El pánico me embarga y miro hacia el pasillo donde aún están los zapatos de Damián.
―No tienes nada que hacer aquí y, es mejor que te vayas ―espeto.
Dante me fulmina con la mirada y levanta una carpeta negra que parece más un dosier.
―Dime una cosa, ¿cuándo pensabas decirme que habías tenido un hijo?
La respiración se me tasca en la garganta. Y, toma todo de mi mantenerme erguida y con gesto impasible, aunque por dentro este temblando.
―Te repito, no es tu problema y baja la voz ―siseo dando un paso adelante.
― ¡Sabes que estoy tratando de decir!
―Cállate, con qué derecho vienes a mi casa a hacer este espectáculo.
―Tienes miedo de que Logan nos escuche.
―No está aquí.
Arquea la ceja.
Maldigo.
―Y, no es tu problema―. Espeto.
― ¿M
