- Francisco, ya basta, puedo con esto – lo regaño tomando la bandeja de sus manos y alejándome antes que pueda volver a quitármela – Aquí están sus pedidos – les sonrío a los clientes y dejo la comida antes de darme vuelta y continuar recibiendo pedidos.
- Es que no has dormido ni comido, no estás bien – nunca pensé que sería tan complicado trabajar en el mismo lugar que él, ni siquiera el primer día que fue bastante odioso.
- Claro que estoy bien, en mi descanso comeré algo – y gracias a que hoy el lugar está lleno, me alejo nuevamente de él. Debería estar en la oficina trabajando, pero el muy presumido terminó todo en dos horas y ahora lo tengo atrás de mí.
Espero llegue la dueña del local y le ponga algo más que hacer para poder respirar un poco.
- ¿Por qué él es tan sobreprotector contigo? – Elena, una chica que trabaja como mesera, se acerca a preguntarme con lo que parece una simpática sonrisa. Pero no me apetece hacer amistades y ella no me agrada debido a las miradas que le da a mi amigo.
- Porque nos queremos y protegemos a las personas importantes para nosotros, a veces más de la cuenta – le sonrío amablemente y me alejo a la siguiente mesa desocupada para limpiarla con rapidez y mantenerme ocupada lo más que pueda.
Pero no tengo tanta suerte con esta chica como con Fran porque ella me sigue y limpia la mesa de al lado que casualmente acaba de ser desocupada segundos atrás.
- Si, pero normalmente no tanto por simples amigos ¿son hermanos o novios? Quizás familiares – no sé qué pretende, pero me está cansando.
- Somos muy cercanos – y dejándola ahí me acerco a tomar el pedido de una pareja que acaba de llegar y me apresuro a buscar la comida.
Paso así las próximas dos horas, manteniéndome tan ocupada que incluso tomo un par de mesas que no me corresponden, pero satisfecha de mantener la mente enfocada en otra cosa.
- Ya es tu descanso – me toma del brazo y básicamente me arrastra a la sala de empleados, me sienta y me pone al frente un panecillo y un jugo antes de sentarse frente a mí y verme fijamente con su comida también junto a la mía –Adelante.
- Tu también comienza a comer – refunfuño, pero tomo el pan dándole un mordisco con una mueca al sentir el estómago vacío pero la garganta cerrada. No quiero comer, no tengo apetito, pero sé que tendremos una discusión enorme si no ingiero nada y eso es algo que quisiera evitar a toda costa.
- Comeré cuando tú lo hagas – hago una mueca, pero asiento y tomo algo de jugo ayudándome a pasar la comida.
- No podré comer todo esto – la verdad es que el tamaño es considerable y si tomamos en cuenta que mi alimentación ha sido terrible este último tiempo, obligar a mi cuerpo a que ingiera tanto también podría resultar dañino.
- La mitad entonces – me cuesta pasar un solo mordisco, pero asiento como muestra de paz. Entiendo que debo comer.
Lentamente doy otro par de mordiscos en silencio y entonces él también empieza a comer, pero cuando apenas me permito relajarme un poco la puerta se abre bruscamente y entra Elena con una mirada bastante mala hacia mi amigo.
- Ah, aquí estaban – la ignoro y sigo con lo mío, pero ese no es el caso de Fran, quien la mira confundido por su reacción.
Como estuvo la mañana ocupado en los papeles, no tuvo la oportunidad de ver como ella parecía querer quemarlo vivo con los ojos, lo que no entiendo. Mis únicas opciones es que de alguna manera se enamoró a primera vista y es del tipo de personas que fingen odiar a sus enamorados o Francisco le hizo algo.
Pero esto último no tiene sentido porque la conoció hoy.
- ¿Sí? – pregunta confundido, tanto como yo y más todavía cuando la chica se sienta a mi lado, bastante cerca, incomodándome un poco por como robó mi espacio personal.
- Los estaba buscando, quería comer con ustedes y así conocernos más – nos sonríe a ambos, por lo que le respondo con una pequeña y amable sonrisa antes de volver a mi comida. Suerte a Francisco con esta mujer.
- ¿Sí? – repite la pregunta y me causa algo de gracia como parece tan perdido, aunque no lo culpo - ¿Qué quieres saber?
- ¿Son muy cercanos? – en un suspiro asiento, pero no emito palabra alguna.
- Sí, lo somos – responde Fran igual de confundido, pero aun así sigue comiendo y no deja de lanzarme vistazos, vigilando que esté comiendo como lo prometí.
- ¿Qué tanto? – ruedo los ojos y me pongo de pie cuando finalmente terminé de comer lo que Francisco me impuso y además me terminé el jugo.
- Muchísimo, iré a trabajar – guardo lo que dejé y se lo estiro a mi amigo, quien lo recoge junto con su comida y se apresura a salir del lugar junto conmigo. Al parecer se incomodó tanto como yo por esas preguntas.
- ¿Qué demonios? – pregunta, pero me encojo de hombros y después de darle una suave caricia en la mejilla me separo de él y voy a por mi lado a continuar con mi trabajo. Afortunadamente ya no está tan lleno como en la mañana.
Paso también parte de la tarde atendiendo mesas que incluso ni me corresponden pero que de igual manera me enfrasco para mantenerme tan ocupada como sea posible. Casi hasta pude sentirme como antes, cuando me consumía en trabajo, pero el agotamiento físico no ayuda para nada al vacío que sigue en mí.
- No tenías que esperarme – regaño suavemente a Fran cuando lo consigo en la sala de empleados aun cuando su horario de salida fue a las dos de la tarde. Ventajas de su puesto de trabajo.
- Está bien, dije que te esperaría, prefiero irnos juntos – toma mi bolso junto con el suyo y tomando mi mano salimos del lugar, recibiendo un par de miradas cuando atravesamos el local.
- Por esto creerán que somos pareja – comento tranquilamente mientras lo observo pedir un taxi. Supongo que hoy tiene la necesidad de llegar temprano o algo por el estilo porque antes hablamos que lo mejor sería ahorrar dinero caminando.
- Mejor así, no tendré que lidiar con molestos pretendientes – sonrío un poco y aprieto su mano para que destense la espalda. Ya todo está bien.
- Eres guapo, pero no creo que te caigan tanto y menos en ese lugar – sin contar que la mayoría somos mujeres y estoy segura que los tres chicos que colaboran son heterosexuales.
- Lo decía por ti.
- ¿Por mí? – es ridículo que lo piense cuando en estos momentos soy lo más parecido a una película de zombies con ojeras terribles por lo poco que puedo dormir y estoy segura que he bajado muchísimo de peso.
- Antes no eras capaz de darte cuenta que eras correspondida por Garrett, no me extraña que no te des cuenta de las miradas que incluso los clientes te lanzan – carraspeo incomoda por la mención de nuestro jefe anterior – Mierda, lo siento – masculla, pero aprieto nuevamente su mano para hacerle saber que está bien.
No puedo tensarme o incomodarme cada que el tema de Garrett salga a colación y menos ahora que es tan reciente y es común que por algún motivo su nombre sea mencionado. Solo que es un poco difícil de evitar una reacción negativa hacia la primera persona a la que confié tanto y terminó traicionándome en mis peores momentos.
Si bien él no tenía idea de lo que estaba pasando, sigue siendo culpable de haber estado con otra y que casualmente coincidiera con ese momento tan oscuro no hace, sino que empeore el pequeño resentimiento que tengo hacia él.
Aunque claro, este es el menor de mis problemas y mi pesadilla más soportable.
Nos montamos en el taxi y no sé qué estará pensando el hombre a mi lado, pero yo sé que tengo la mente en blanco y estoy agradecida por estos momentos. Desde que llegamos, o, mejor dicho, desde el funeral, mayormente tengo la mente en blanco, excepto cuando intento dormir que no dejo de ver s mis padres.
Esto último seria precioso, es decir, es lindo pensar en ellos, visualizarlos así sea en la inconsciencia. Pero como le dije antes a Francisco, el sentimiento que me aborda al pensar en mi papá no es una linda nostalgia sino un dolor abrumador.
- ¿Le hiciste algo a Elena? – pregunto rápidamente algo asustada por el camino por el que van mis pensamientos, queriendo evitar hacer una escena deprimente en el taxi o frente a Fran.
He podido llorar, desde la primera noche que estuvimos aquí he podido volver a llorar, solo que él no lo sabe y prefiero que se mantenga así para no asustarlo, porque son llantos algo alarmantes que apenas soy capaz de amortiguar el sonido con una almohada-
- Nada ¿a qué te refieres? – voltea a mí y me permito tranquilizarme viéndolo a los ojos.
- Te mira muy mal, como si hubieses escupido en su comida – me rio un poco de su mueca de asco.
- No le he hecho algo, pero sé que podría pasarle – lo observo atentamente esperando porque continúe con su oración, pero se mantiene viéndome, solo que ahora con una sonrisita molesta que me recuerda a mi papá y a Grayson cuando molestaban a alguien.
Es nostálgico, y duele horrores.
- ¿Qué cosa? – le pregunto ansiosa porque siga hablando y deje de sonreír de esa manera.
- Le gustas – frunzo el ceño totalmente confundida porque no hay manera en la que eso sea verdad.
- ¿Qué dices? – asiente como si se supiera todo el secreto de la creación al derecho y al revés.
- Esa mujer está enamorada de ti y me odia porque cree que somos novios.
- Imposible – mascullo confundida y algo incomoda. Ya he sido cortejada por hombres, no tantos, pero si una cantidad considerable, pero una mujer jamás había mostrado atracción hacia mí, es, extraño.
- Claro que es posible, eres hermosa.
- Comenzamos hoy – bueno, pensé que ella podría tener sentimientos hacia Fran a partir de la primera vista, pero en realidad veo algo más complicado que sienta algo hacia mí.
- ¿Y qué? Amor a primera vista, felicidades, tendrás a tu primera enamorada mujer – empieza a reír y no puedo evitar sonreír un poco también antes de darle un pequeño golpe.
- No me parece divertido, es incómodo.
- Oh claro que lo será, tienes que darte cuenta con cómo te ve, como si imaginará como hacerte venir.
- Oh por dios Francisco ya basta – vuelvo a empujarlo, pero él solo se ríe y menea las cejas en un gesto que me recuerda tanto a mi papá que no puedo evitar entristecerme lo suficiente para que se dé cuenta.
- Lo siento ¿qué pasó? – niego suavemente y me dejo caer en su hombro.
- No es nada – no me cree, pero no insiste y eso es algo que realmente agradezco.