*POV Garrett*
- Este es un lindo lugar – Grayson entra casi corriendo al penthouse y deja tirada sus dos maletas para empezar a recorrer el piso, mientras yo me tomo mi tiempo en dejar mis cosas ordenadamente al lado de la puerta y me dirijo a la cocina por un poco de café para poder soportar a mi hermano menor.
Solo lo es por algunos minutos, pero en ocasiones siento que en realidad nos llevamos años y él sigue en la adolescencia.
- No rompas nada – le digo cuando lo veo tomar un florero que adorna una esquina del lugar.
- Esto se ve precioso para no pasar tanto tiempo aquí ¿ocultas a otra mujer y este es el apartamento que le compraste? – ruedo los ojos porque aun cuando me dice que cree en mi versión de la historia, desde entonces no ha dejado de molestarme diciendo que soy más mujeriego que él.
Lo que es mucho decir. Grayson es peor que un crío en plena pubertad.
- Si Grayson, aquí viven dos de mis concubinas – me tomaría algo más fuerte, pero son las diez de la mañana y no hay manera que me embriague tan temprano por más que quiera.
- Lo sabía, y dejaste la casa de Newark a otra – asiento cansado y me dirijo a mi maleta para llevarla a mi habitación.
- Sí, y en Londres dejé tres más – siento como empieza a seguirme llevando sus cosas.
- Te dije que tenías que divertirte más hermanito, pero jamás pensé que lo harías más que yo – me doy la vuelta una vez llego al final del pasillo, en donde se encuentran dos habitaciones.
- Qué puedo decirte, soy el gemelo más atractivo – ahora luce ofendido, pero no lo dejo hablar porque señalo una de las puertas. La más cercana al salón – Esa será tu habitación, por favor no traigas mujeres, ten tus aventuras fuera.
- Solo si tu también cumples – se ríe de mi gesto cuando ruedo los ojos y me alegro que por lo menos uno de nosotros la esté pasando bien.
- No te preocupes ¿qué ha pasado con el hospital? – abro la puerta de mi habitación solo para dejar las cosas y caminar a la sala con él siguiéndome de cerca. Como dije, aún es temprano y aunque estoy en búsqueda de Jade, debo continuar trabajando.
- Llamé antes que saliera el vuelo y como tengo recomendación del director del hospital donde vengo, aprobaron el traslado – asiento y le tiendo una taza de café – Comienzo en un par de horas, tendré turno de la tarde, hasta media noche – hago una mueca.
Si creo que mi trabajo me absorbe, no sé qué sería de mí si hubiese tomado la misma opción que Gray, pero mientras le guste lo que hace no tengo nada que aportar al respecto.
- ¿Podrás venir solo o mando a que te busquen? – debería estar dormido para cuando él acabe su turno, pero a quien engaño, lo más probable es que estaría leyendo por enésima vez el informe esperando que mágicamente aparezca el resto de la dirección de Jade.
- Pediré un taxi, no tienes que preocuparte – asiento y despeino su cabello como despedida antes de salir de la casa y avisarle en donde tiene una llave de repuesto.
Llego a una pequeña oficina que logré alquilar desde ayer que supe que vendría. Dado que no tengo una sucursal aquí, pues en realidad no pasaba mucho tiempo en esta ciudad aun cuando me gusta; preferí comprar un apartamento y trabajar desde ahí.
Algo que efectivamente no puedo hacer en esta ocasión si quiero mantener algo de paz mental.
Jade está jugando con mi cordura y como no, si esa mujer es todo lo que no sabía que quería y que ahora no me puedo permitir dejar ir.
***
*POV Jade*
- Jade – ruedo los ojos, maldiciendo interiormente por tambalear, pero aun así me dejo sentar cuando Fran me toma suavemente del brazo y le lleva al asiento más cercano que tenemos.
- ¿Está bien? – Elena también se acerca, pero mucho más de la cuenta a mi rostro. Por suerte Fran la aparta suavemente, ganándose una mala mirada, pero por lo menos ella no busca oponerse a esa acción.
- Sí, no es nada – comienzo a hablar, pero como vi venir, soy interrumpida por Fran.
- No, no lo estas – me habla fuertemente, más de lo que ha hecho en todo nuestro tiempo juntos, dejándome algo impactada.
Hemos discutido en varias ocasiones durante este último tiempo que tenemos viviendo juntos., pero en ningún momento me levanto la voz de tal manera, siempre fue compresivo y me hablaba con delicadeza, como si temiera romperme.
Supongo que no puedo culparlo cuando todo lo que ha hecho es preocuparse por mi salud y solo ha recibido engaños y vaciles como si yo fuese una niña que no sabe lo que es bueno para su salud y lo que no.
- Oye, no tienes que hablarle de ese modo – lo reta Elena cuando se da cuenta de mis ojos acuosos.
No debería llorar, pero me afectó más de la cuenta que precisamente Francisco sea quien me hable así porque temo que finalmente se canse de la situación y decida que no tengo reparo alguno.
Quizás es la verdad, y no lo culparía, mucho ha soportado, pero sigue doliendo.
- Nos vamos a la casa – ignora a la chica a su lado ganándose un pequeño empujón que me hace levantar de un salto y abrazar el brazo de Francisco para alejarlo de su toque.
- Hey – le llamo la atención esperando que una mala mirada sea suficiente para que deje el tema.
- No puedes permitir que te hable de ese modo – lo señala incrédula, volviendo a verlo como si lo quisiera a tres metros bajo tierra.
- No, tiene razón – aunque hablo bajo, lo hago con seguridad sin apartar la vista de sus ojos, esperando que entienda que no seguiré aceptando que se meta con mi amigo.
- Suenas como a una mujer maltratada – hago una mueca porque puede ser que en estos momentos sí, pero no estoy diciendo ninguna mentira.
Francisco nunca me había hablado de tan mala manera y que lo haga ahora que finalmente mi debilidad no puede ser disimulada; cuando él tantas veces ha intentado que obtenga una buena alimentación y no me sobre exija tanto, es razonable.
Él tiene razón y si me está hablando de tal manera es porque está preocupado. Además que tampoco es como si me hubiese insultado o humillado, es un regaño.
- Nos vamos – repite con un tono más bajo, pero aun así duro, dejándome en claro que está muy enojado.
- Pero estamos en la mitad de la jornada – hablo bajo. Sé que debo ir a descansar y comer algo, pero no podemos permitirnos perder el trabajo.
- Yo ya terminé lo mío y hablaré con la jefa para que te deje salir antes, no tendrá problema dado que has sido una especie de robot que no deja de atender mesas – el regaño continua y bajo la cabeza algo arrepentida por no escuchar sus palabras.
Más que todo ahora que un mareo tan intenso me invade junto con la molestia en mi abdomen que persiste desde ayer.
- Sí, quizás deberíamos ir a casa.
- Oh ¿quizás? – sí, está mortalmente molesto.
Por el rabillo del ojo noto como Elena quiere volver a interrumpir, pero respira profundo y termina alejándose a continuar con su trabajo, algo que agradezco de sobremanera.
- Y tomar alguna sopa ligera antes de dormir – hablo bajo y levanto levemente la vista con un pequeño puchero que me sale involuntariamente cuando las ganas de llorar me están ganando.
- Me parece un plan estupendo, puedes dormir mientras vemos una película, me encargaré de abrazarte – sonrió un poco cuando lo noto más calmado y asiento aceptando con gusto esa idea.
Ambos salimos del local con las manos agarradas, como siempre, la diferencia es que esta vez lo hace para ayudarme a mantener el equilibrio porque repentinamente me siento muy débil.
- Debes tener anemia – me dice una vez nos montamos en el taxi.
- Sí, en una ocasión estuve cerca de tenerla, antes de comenzar a trabajar con ustedes, supongo que esta vez no podría salvarme de ella – hago una mueca a la vez que él, pero no dice más, sino que aprieta mi mano con delicadeza y me permite descansar la cabeza en su hombro.
Estoy agradecida con él, le debo una vida entera.
Llegamos al edificio y me permite descansar mientras comienza a hacerme la sopa y uno de sus mágicos tés, pero repentinamente el dolor en mi abdomen empeora y me dirijo al baño esperando que se trate de eso.
Sin embargo, sé que algo va mal cuando noto sangrado en mi ropa interior cuando mi periodo aun no debería de haber llegado.
Pensaría que se trata de un adelanto debido a mis cambios alimenticios y mis hábitos para dormir, pero el dolor que siento no es para nada uno normal, por el contrario, es alarmante.
- ¡Fran! – levanto la voz y me subo la ropa para evitar un momento vergonzoso.
- ¿Qué ocurre? – llega a velocidad de la luz al otro lado de la puerta.
Me gustaría pedirle ropa para cambiarme y poder después tomar algo para el dolor, pero me doblo debido a este y dejo salir un quejido que parece ser suficiente para que invada mi privacidad y abra la puerta rápidamente sin importarle si estaba o no presentable.
- Jade ¿qué ocurre? – llega a mi lado y me sostiene cuando casi me voy de cabeza al piso.
- Me duele, mucho – mascullo aguantando la reparación para no dejar soltar ningún sonido lastimero.
- ¿Jade? – y sin darme cuenta, caigo en la inconsciencia.
***
*Omnisciente*
- Mierda, pero alguien dígame que ocurre – Francisco se altera cuando finalmente bajan de la ambulancia y todos parecen hacer mil cosas alrededor de su amiga sin inmutarse por su presencia y muy notable preocupación.
- Señor, necesitamos que nos de espacio – un enfermero le pide entendiendo su reacción.
- Les daré espacio cuando me digan que mierda está mal – repite frustrado.
- ¿Podría decirnos que pasó? – pregunta una enfermara logrando molestarlo aún más por ser segunda vez que le cuestionan lo mismo.
- Ha pasado por un tiempo de mierda y su alimentación y descanso han sido basura, debe estar anémica, pero desde ayer tiene unos dolores muy fuertes y me llamó antes de desmayarse diciendo que le dolía – relata nuevamente entre suspiros esperando llenarse de paciencia sabiendo que intentan ayudar.
- Será ingresada y revisada de inmediato, por favor espere aquí y llené la planilla que se le será entregada pronto – rápidamente ingresan la camilla junto con tres personas por unas puertas dobles y otra se queda atrás deteniendo a un alterado Francisco.
- ¿Cuánto deberé esperar? ¡Oiga! – chilla frustrado, pero manteniéndose en su lugar sabiendo que no puede hacer más que esperar – Por favor no me dejes – susurra asustado por lo que podría estar realmente pasándole a su adorada Jade.
- ¿Francisco? – voltea al escuchar su nombre y se queda de piedra al reconocer a ese rostro.
- ¿Grayson? – mierda, esto solo pueden significar problemas.