03. Aslan decide quedarse

1779 Words
Salón del trono: reino de Severin Perspectiva general Cuando la coronación terminó, siguió la fiesta de celebración donde todos podían comer y pasar el tiempo libremente, mientras el rey Cameron desde su trono, los veía a todos divertirse en la fiesta dedicada a ella. Los cuatro príncipes de Albagard se comportaban a la altura de una forma tan decente, que parecían otras personas si los comparaban con los muchachos amantes de los excesos que se encontraban anoche en la cantina de la ciudad real. —Me encantaría hacer negocios con el reino de Albagard —dice un rey de alguno de los nueve reinos que se encontraba hablando con Ezequiel, el más diplomático de todos los cuatro. El joven pelinegro con su copa en la mano le sonrió y con amabilidad le respondió a ese hombre de cabello canoso y aspecto elegante: —Puede ir cuando lo desee, su majestad —dice Ezequiel haciéndole una pequeña reverencia —las puertas de nuestro reino están abiertas para quien desee entrar. Mientras Ezequiel hablaba con aquel hombre, el príncipe Félix, hijo del lince ancestral Nilo, se encontraba hablando con unas ladies hijas de algún noble, y Jaret se encontraba con su hermano que había estado algo distraído luego de hacerle semejante promesa al rey Cameron. —¿Por qué le dijiste eso? ¿realmente te vas a quedar en este reino? —susurra Jaret dándose cuenta como su hermano no dejaba de mirar hacia el trono, viendo como el rey Cameron le pedía a su copero que le sirviera vino —¿Qué tanto miras a ese rey? ¿Te encuentras bien, Aslan? Has estado actuando raro desde anoche. Aslan frunció sus labios porque le daba vergüenza decirle a su hermano lo que le ocurría. Es cierto, desde anoche había estado actuando extraño y todo ocurrió luego de haber follado con esa cortesana. Al principio él «sintió» que ella era su destinada, no obstante, en aquel momento él tenía la excusa que esa sensación se debía a los efectos del alcohol y el frenesí del momento. Pero ahora, por muy extraño que se viera, en esta ocasión que está completamente sobrio siente lo mismo que experimentó anoche con el rey Cameron ¡Un hombre! El enigma de como una luna sabía solo con una primera impresión quien era su destinado no tenía una explicación lógica, ellas simplemente lo sabían al estar cara a cara con su otra mitad, y en el caso de Aslan no era diferente, él «sabía» que el príncipe era su destinado. Sin embargo, admitirlo le llenaba de temor. Era tan extraño, ¿Por qué un hombre? Él nunca se había sentido atraído hacia el sexo opuesto, no veía belleza carnal en ningún hombre, entonces ¿por qué el destino escogió para él un pequeño hombrecito? «¿Será que debo cuidarlo?, quizás es enfermizo, con ese tamaño he de imaginar que no es fuerte. Esto no se debe tratar de amor...» piensa Aslan y al instante se imagina una escena “intima” en su mente, y al hacerlo se lleva las manos a su cabeza, gritando: —¡¡Ahh que horror!! —grita Aslan sin darse cuenta, logrando que varios se voltearan a mirarlo. —¡Aslan! En serio ya dime que te pasa, tu no eres así —dice Jaret comenzando a preocuparse. —No es nada, Jaret... me acordé de algo vergonzoso —miente el joven colocando una mano sobre el hombro de su hermano —. Iré a hablar con el rey Cameron. —¿Qué irás a decirle? —cuestiona Jaret arqueando una ceja —¿Ya te arrepentiste de querer lamerle las botas al rey? En serio... no se en que estabas pensando cuando te ofreciste para permanecer aquí —insiste el joven de cabello castaño oscuro, porque él todavía no comprendía ese arrebato de locura de su hermano. —No sería mala idea, Jaret. Eso afianzaría nuestras alianzas, lo hago pensando en nuestro reino de Albagard. Algún día quizás sea rey patriarca, tengo que demostrarles a mis padres que me tomo en serio la política y la diplomacia entre los reinos... ya vengo, ve a buscar a Félix y a Ezequiel, que no se separen demasiado —pide Aslan caminando hacia el trono donde el rey se encontraba bebiendo. En el trono, Cameron, o, mejor dicho, Morgana, veía a cada tanto a Aslan, ella ya se estaba poniendo nerviosa porque podía sentir la mirada aguda de esa bestia ancestral sobre ella, ¿será que tenía poderes mágicos y la había descubierto?, eso era lo único que pensaba Morgana en ese momento diciéndole a su copero: —Llena mi copa de vino —ordena ella con voz seria. —Pero su alteza, creo que ya ha bebido lo suficiente... Morgana se volteó a mirarlo con una expresión en su rostro que asustó al copero que, tragó profundo acercándose de inmediato a ella con su botella en la mano para volverle a llenar la copa a su “rey”. Y justo en ese momento, la joven abrió sus ojos de par en par viendo al príncipe Aslan caminar en dirección hacia el trono. Con su copa en la mano, ella comenzó a menearla fingiendo que no le afectaba en lo absoluto la presencia de aquel joven de cabello azul celeste que, ya estaba subiendo las escaleras para llegar a su trono. «¿Será que querrá chantajearme? ¡Me dirá que ya me reconoció! ¿Se burlará de mi en frente de todos estos hombres? ¡Si ese malnacido hace eso, juro por todos los dioses que lo ejecutaré!» piensa Morgana dispuesta a matarlo en ese instante si Aslan llegaba a profesar su verdad a todos los ahí presentes. —Su alteza, rey Cameron —dice Aslan de forma solemne haciéndole una reverencia a la joven disfrazada de hombre. —¿Se le ofrece algo, príncipe Aslan? —responde ella con el mejor tono masculino que podía encontrar, la verdad era que la rubia sonaba como un adolescente que estaba en esa etapa de transición de voz infantil a voz grave. Aslan se pudo dar cuenta de eso, y pensó: «¿Realmente tiene diecinueve años?» piensa el joven arrodillándose ante el rey, diciéndole: —Vengo a decirle que... mi oferta sigue en pie, me quedaré aquí el tiempo que usted desee, siempre y cuando quiera aceptar mi ayuda. Tengo conocimiento en muchas áreas, ya sean económicas, políticas, estratégicas y solo por mencionar algunas. En el reino de Albagard fui criado para ser rey algún día, así como usted. Por esa razón, si necesita el apoyo de alguien de su misma edad, puede contar conmigo, rey Cameron. —¿Tienes diecinueve años? —pregunta Morgana viendo que Aslan ahí de rodillas en una posición típica de reverencia ante cualquier rey, asintió con la cabeza —Oh... pensé que eras mayor. —Quizás desde su punto de vista luzca algo mayor porque soy mitad luna y mitad bestia ancestral. Sin duda puedo decirle que mi crecimiento es distinto al de un licántropo alfa como usted —dice Aslan riéndose un poco—. Además, puedo asegurarle que usted se ve bastante joven para su edad —dice Aslan mirando al rostro del rey Cameron, y al hacerlo abre sus ojos como platos al mismo tiempo que traga saliva, porque sintió como su corazón comenzó a latir con mayor fuerza. —¿Dices que me veo joven para mi edad? —cuestiona Morgana arqueando una ceja, con una leve sonrisa irónica en sus labios — Trataré de tomar tu comentario como una observación amistosa. Ahora soy el monarca principal de este reino, llamarme “joven” puede ser sinónimo de ingenuidad o, inexperiencia —declara el rey Cameron levantándose de su trono, y como había estado bebiendo demasiado, cuando se puso de pie, se tambaleó a causa de su estado de leve ebriedad. Cuando Aslan vio que el rey parecía estar a punto de caerse, con sus reflejos de bestia ancestral se puso de pie con una agilidad envidiable sujetándolo por la cintura antes de que se tropezara u ocurriera algo peor. Fue entonces que los dos quedaron a pocos centímetros de distancia, con sus ojos muy abiertos mirándose cara a cara. Lo primero que pasó por la mente de Morgana fue que esos mismos brazos fuertes anoche la sujetaban muy bien mientras la penetraba, y aquellos labios rosas que Aslan en ese instante tenía entreabiertos, ella los había probado como si no hubiese un mañana durante aquel evento tan íntimo y carnal que protagonizaron anoche. Por tan solo pensar en eso, las mejillas de Morgana, mejor conocida como “el rey Cameron” se sonrosaron, pero para su sorpresa las de Aslan también. —¡¿Se encuentra bien, su alteza?! —pregunta Aslan soltando al rey como si tuviese una enfermedad contagiosa, porque por un instante estuvieron muy cerca, y eso le afecto un poco. Morgana, se acomodó el cuello de su gabardina, y carraspeando su garganta dijo: —Si, estoy perfectamente bien —dice Morgana con su voz seria —. Gracias por haber impedido que me cayera, príncipe Aslan, pero no me vuelva a sujetar de esa forma. Se puede prestar para confusiones... —No volverá a suceder. Deje de tomar tanto, su alteza. Su cuerpo pequeño al parecer no soporta mucho el vino. Al escuchar eso, Morgana alzó ambas cejas como gesto de sorpresa y lo que hizo fue esbozar una risa. —Me subestima demasiado, príncipe Aslan —dice Morgana bajando del estrado del trono, con sus manos tras su espalda mientras Aslan iba detrás de ella —¿Qué tipo de bestia ancestral es, príncipe Aslan? —pregunta la joven al momento que Aslan logró alcanzarla y ahora caminaban uno al lado del otro. —Soy un lobo ancestral, su majestad. El lobo de ojos celestes —dice Aslan viendo que la cabeza del rey le llegaba a la altura de sus hombros. «Pobrecito, es un enano...» piensa Aslan mirando como el rey rubio caminaba con aires autoritarios viendo como todos les hacían reverencia cuando pasaban. Por otra parte, Jaret estuvo al pendiente de su hermano. Durante todo ese tiempo él estuvo viendo a Aslan desde esa distancia, y después observó cómo se fue caminando al lado del rey. «¿¡Que le sucede a Aslan, porque actúa así tan... lame botas!? Pareciera como si le gustara ese rey» piensa Jaret porque, aunque no se viera en la realidad, su hermano podía ver como si Aslan estuviera agitando su cola de lobo como un perro emocionado por ver a alguien que le agradaba...
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