Era una habitación llena de luz, con muebles finos y decoraciones altas. En medio de la sala una mesa con los más delicados manjares para una cena, donde había un hombre escuálido que no dejaba de degustar de cada plato aun era joven y era el mismo quien introdujo las pastillas en la jarra de agua. Antes un enfermero, ahora llevaba unas ropas nuevas, elegantes al igual que el calzado. Cristian pasó a pasos grandes, en sus manos llevaba guantes negros de cuero, el maletín y un traje impecable del mismo color, lo miró y se sentó en una de las cabeceras de la mesa. No tenía la más mínima idea de que hacía ahí o a que fue invitado, pero en cuando observó al león entrar, el mundo se le vino abajo. - Quiero irme. – habló apresurado e intentó marcharse, pero unos hombres de n***o se plantaron e