Salomé dejó el celular sobre la mesa, lo miró y dijo. - La decisión que tomé no es para que te emociones, puedo irme cuando yo quiera, y tomar una semana de vacaciones lejos de todo esto. - juntó sus manos y preguntó. - ¿Cómo se que no me está mintiendo y que sólo me quieres aquí por capricho? - levantó una de las cejas en su mirada denotaba dureza que por poco daba miedo. - es extraño que sepas mucho de mi y yo no sepa ni tú nombre. El hombre estiró los labios, cruzó las piernas y fue por un segundo cigarrillo. - No hay mucho que saber de mí. Todos aquí me dicen señor. ¿Crees que bromearía acerca de mi salud? - bufó y dejó escapar el humo de sus pulmones. - Puedes irte cuando desees, pero si aceptas pasar una semana entera conmigo, al final te llevas una recompensa. - apuntó hacía e