Salomé llegó sola a un departamento vacío, caminó hasta subir las escaleras e ir en dirección a la recámara. Sentía que algo le hacía falta, algo que alguna vez estuvo con ella y ahora ya no está, se fue sin aviso y ahora lo extrañaba. Las ropas que traía empezó a estorbar, tomó la pijama de liebre y se la puso. Estaba más cómoda y abrigada. Se abrazó así misma a la vez que frotaba en sus brazos las palmas de las manos. Miró su habitación, cada espacio y cada rincón. No quería estar ahí, tomó la decisión de salir e ir a la habitación que estaba junto a la de ella. La habitación de Cristian era de colores neutros y su colonia estaba impregnada por todas partes. Dejó era una sonrisa tonta cuando recordó haber dormido ahí aquella noche donde todo se salió de control. No se arrepentí,