Durante dos años, los que vivió Misi con la abuela de Fran bajo el mismo techo, a pesar de las declaraciones poco halagadoras de su nieto, se enamoró de la vieja marquesa. Era una mujer increíblemente inteligente, segura y fuerte. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer en cada momento. Misi la admiraba, porque ella era completamente contraria a Annabelle y tenía muchas ganas de ser como ella y finalmente consiguió.
Su enfermedad era muy grave, y la chica estaba muy preocupada por ella, al principio, trató de persuadir a Annabelle para que fuera al hospital, pero ella se negó.
– No me queda mucho tiempo, siento que llegó mi hora, así que quiero pasar los últimos días en casa, entre estos muros, y no en una fría habitación del hospital. Por tanto, no insistas, mejor tráeme a mi bisnieta.
No estaba claro por qué, pero Annabelle se encariñó mucho con la pequeña Erika, quien de una manera asombrosa se parecía a su madre, solo que sus ojos eran azules como los de su padre. Para ser honesta, este parecido con ella misma era especialmente agradable para Misi, porque de lo contrario, criar a la niña, si tuviera más parecido con la persona a quien odiaba, sería difícil.
Misi recordaba bien el día en que Annabelle llamó al notario y al cardenal di Almonte a su habitación y luego les pidió a ella y a Fran que fueran a verla.
– Todo mi patrimonio lo dejo a mi nieto Francesco, con la condición, que después de su muerte, todo será de Erika. Tú, Melisenda, serás la directiva general de nuestra empresa. Desde el día de hoy es tuya. Tú la dirigirás mejor que Fran.
Misi estaba sorprendida por esta declaración. Al principio pensó, que la pobre anciana estaba agonizando y estaba delirando.
– No, solo Fran tiene derecho a ser tu heredero, – dijo Misi, – Yo te estoy muy agradecida, ya que me acogiste en tu casa, pero poner a mi hija como heredera es muy injusto para Fran.
– Es mejor así, – respondió Reveré. – Erika es Altavilla. Todos la aceptaron.
– Por eso decidí dejar todo a Francesco con esta condición, porque mi nieto no podrá tener hijos, su heredera será nuestra Erika. – suspiró la vieja.
– No, ahora hay muchas posibilidades, para gente como él, de tener un hijo. – seguía Misi.
– Sí, pero tu hija es pelirroja, es como una marca para nuestra familia. – Annabelle dijo con calma. – Nadie dudará, que es hija de Fran, a pesar de sus raras inclinaciones amorosas. Esto es Sicilia, aquí las tradiciones y las fundaciones son completamente diferentes. Los lazos de sangre son mucho más fuertes, pertenecer a un apellido no es un destino, es una elección, y tú lo hiciste, casándote con Fran.
Todo en la cabeza de Misi estaba confuso. Todo le parecía como un truco con una cámara oculta. Ella todavía estaba esperando que alguien saltara desde la esquina, gritando alegremente: "¡Sorpresa! ¡Sonríe! ¡Esto es una broma!"
Cuando ella se casó con Fran, tenían un contrato, donde estaba escrito, que la casa, los terrenos y la empresa familiar iban a pertenecer a él. Ella esperaba simplemente un millón de dólares. Pero ahora, con este testamento, ella se convertiría en propietaria de una empresa de miles de millones. No podría aceptarlo.
Ella de nuevo intentó impedir, que Annabelle firmara el nuevo testamento, pero la vieja estaba muy decidida y Fran, para su sorpresa, estaba de acuerdo con su abuela.
La vieja marquesa falleció una semana después de esta conversación, entonces Fran le explicó a Misi, porque no iba a desafiar la última voluntad de su abuela.
– Para mí es muy importante, que esta casa esté en buenas manos. Te conozco Melisenda y confío en ti. Annabelle nunca fue tonta y su decisión también fue muy inteligente. Te vio capaz de manejar el patrimonio de nuestra familia. Erika, aunque no tiene sangre mía, es Altavilla para todos. Tu eres muy honesta y buena, la educarás correctamente, para ser la digna heredera del apellido, que le di. Porque mi abuela tenía razón, yo no voy a tener hijos propios.
– ¡Pero es incorrecto! – exclamo Misi.
– Nada es correcto en esta vida, cariño. Dejemos todo, como está por ahora. Será un secreto de nuestra familia.