-Ven, siéntate allí - le indicó el hombre. La pequeña se subió a aquel banco alargado donde más de seis personas podían sentarse a la vez -. Ya vuelvo. No te muevas - le indicó y ella se limitó a observarlo. Vio al hombre desaparecer detrás de esa tela que separaba el interior de aquella enorme carpa de la zona exterior, donde una pequeña llovizna comenzaba a caer. No pasó mucho tiempo hasta que el sujeto volvió con un plato lleno de comida y un enorme vaso con agua limpia. Ni bien lo dejó delante de la niña ella se abalanzó sobre él, devorando casi sin respirar. Él la contemplaba sereno, sintiendo esa calidez en el pecho que solo su hijo, quien tenía casi la misma edad que la pequeña, le hacía sentir. -¿Sabes dónde están tus padres? - la pequeña negó -. ¿Dónde los viste por última vez?