19 Su verdad.

1271 Words
RELATO DE ESCENA DE VIOLENCIA MUY EXPLICITA. SI NO ESTA PREPARADO LEA EL CAPÍTULO SIGUIENTE. PROCEDA CON PRECAUCIÓN Y RECUERDE QUE ES UNA OBRA FICTICIA. -Supongamos que su palabra es suficiente ¿Qué sigue después? - deshago mi amarre y me siento nuevamente. -Si mi teoría es correcta, te vamos a preparar para dar los exámenes libres y ya después serás libre. - expongo. -¿Crees que tengo tiempo?- pregunta a la vez que se sienta sin quitarme la mirada de encima. -Si te esfuerzas, es posible. Diego te ayuda en la parte de letras, literatura, sociología, historia y filosofía. Monterreal con idioma, naturales y todo lo que tenga que ver con ciencias. Yo soy bueno con matemáticas, computación y algo de contabilidad. Vuelve a abrazar sus piernas y mira hacia el lado de la tienda, dudando de la confidencialidad del momento. -Diego no va a venir. Si tu no quieres no tiene porque enterarse- trato de tranquilizarla. -¿Qué sabe?- murmura. -Lo que todos notan y nadie dice - la señalo de nuevo- Qué sigues acá porque el General así lo quiere y así va a ser hasta que se valla. -Era el tío de mi padrastro- mira sus manos- El hombre que maté a los 17 años.- me mira directamente a los ojos- ¿Sabías que maté a su sobrino? -Si. - contestó con honestidad -¿La razones? - sus ojos pierden el contacto con los míos. -Las puedo deducir o simplemente creer lo que él dice. Pero por alguna razón, no le creo. - argumento. -Mamá lo llevó a vivir a nuestra casa cuando cumplí los quince. Antes ya había llevado a otros hombres. Vivía borracha y drogada. Siempre- niega con su cabeza y una lágrima corre por su mejilla y rie con asco- Ellos le daban plata para sus cosas si dejaba que me tocarán, pero el fue diferente- se hace un ovillo sentada en la roca y yo aprieto mis puños- El no se conformaba con eso. Quería más, porque le daba demasiado dinero para conformarse solo con una alcohólica borracha y unos toqueteos. Se encargaba de llevarme y traerme, del liceo a casa y de casa al liceo. Ese hombre no me dejaba hablar con nadie y me amenazó que si lo denunciaba iba a arruinar nuestras vidas.- ríe con sarcasmo- ¿Sabes lo que pasó cuando logré denunciarlo, una vez que se durmió en la camioneta por borracho? Me ve buscando respuestas que no tengo. En mi mente, solo trato de ser objetivo. No comprendo porque no hay registros de la dichosa denuncia. Ella es honesta y yo también lo voy a ser de regreso. -Ni siquiera sabía que lo habías denunciado. -Pues claro que no- se levanta del piso y comienza a caminar frente a mi- La denuncia la hice donde tenía conocidos, Porque yo no sabía que su padre era m*****o del ejército y el comisario su íntimo amigo. - eleva las manos al cielo y las deja caer de golpe- Al llegar a casa en vez de encontrar un patrullero llevándolo a donde pertenecía, la cárcel, me encontré a mi madre desfigurada. Ese día rompió todo de mí. No hubo lugar en mi cuerpo que no se encargó de marcar- se quita el buzo y la remera. Yo miro a otro lado, porque ya demasiado crudo es lo que habla como para que mis ojos estén en su cuerpo. Haciendo una retrospectiva, entiendo porque es tan retraída frente a otras personas. Si tuvo esas vivencias y encima el general le ha echo la guerra acá, puedo comprender su actitud por completo. -¡Mírame Cristian! - pide entre llanto y gritos acercándose a mi- ¡Quiero que veas mi cuerpo y me digas si yo podía hacerme esto para mantener una mentira! Primero miro su rostro surcado en gruesas lagrimad y luego su torso. Una de mis manos ocultan el grito de ira que hace mella en mi garganta al ver todas las marcas que tiene. -Su cinto, aquí - señala encima de su pecho y en las costillas- aquí y aquí- da la vuelta y enseña su espalda repleta de marcas al igual que sus brazos. -Cada vez que me golpeaba, se encargaba de apagar su abano justo aquí- vuelve a su torso y señala las quemaduras esparcidas en todo su torso cada 10 centímetros de distancia entre una y otra desde los hombros hasta la pretina del pantalón- y muchas más veces aquí, porque mi madre se había encargado de pedir drogas para él pretender ser mi dueño. Sin siquiera titibear, baja sus pantalones y muestra sus glúteos y piernas en iguales condiciones que su torso y espalda. La imagen visual de un hombre, que se supone era honorable, siendo capaz de hacer tales vejaciones me produce náuseas. -¿Te da asco mi cuerpo, Cristian?- trato de recomponerme para excusar mis gestos pero no me deja- Entonces su meta se cumplió, porque juró que me iba a dejar tan destruida para cualquiera que sería el único capaz de hacerme suya hasta que uno de los dos se muriera. Comienza a vestirse apresuradamente. Ahora comprendo porque jamás se quitaba los buzos. No importa el calor. Los buzos y los pantalones forman parte de su piel. Tapan cada marca en sus brazos, piernas, abdomen. Está llena de quemaduras y cicatrices desde sus codos hasta las rodillas -No es que tu cuerpo me dé asco, Agustina. Es que imaginar a una persona capaz de hacer eso me revuelve el estomago- la detengo con mi voz y un nudo en la garganta cuando veo sus intenciones de irse. - ¿Cómo es que imaginaron que podrías autoinfringirte ese tipo de heridas? Por fin logro salir del momento y sigo preguntando. Una vez que se decide, quiero ir hasta el fondo de esto. Toda la verdad. -Cuando por fin me deshice de él, el abogado de la familia del general dijo que yo me había echo esto para no ir a la cárcel. Me paro indignado. ¿Cómo alguien creería semejante barbaridad? -¿Qué pasó ese día?- miro sus ojos y su postura rígida. - El día en que lo mataste. Retrocede un paso antes de continuar, no sin antes, haber analizado mi postura. -Sus palabras- gira sus manos abiertas encima de su cabeza- Hasta que uno de los dos se mueran, retumbaban en mi cabeza todos los días. Me había resignado ¿sabes? Estaba resignada a que iba a ser mi vida por siempre. Hasta que un día llegó demasiado ebrio. Primero se encargó de cada espacio de mi cuerpo- con sus ojos en las rocas señala su boca, su parte de adelante y de atras- Cómo no quedó satisfecho, fue con mi madre que estaba inconsciente en su cama. Recuerdo cada maldito momento.- cierra los ojos con fuerza- Mi piel llena de moretones, sangre en mis partes íntimas, porque le valía madres todo, mi rostro rojo de llorar y suplicar que pare, y escuché a mamá decir basta. Fui a la cocina y tomé la cuchilla más grande que había y me le avalancé encima. - hace contacto visual conmigo y aprieta los dientes- le dí cinco veces con ella mientras le gritaba y mi madre lloraba. Su cama quedó repleta de su sangre y yo sinché del brazo de mi madre antes de llamar a la policía. -¿Te bañaste?- junta sus cejas confundida con mi interrogatorio- Cuando llegó la policía ¿te habías bañado? -No. Sabía que necesitaba pruebas, pero ni con todos sus fluidos en nuestros cuerpos, me creyeron. La culpable soy yo.
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