La hora de la cena fue incómoda. La Luna no pasó por alto el hecho de que sus tres queridos hijos llevaban mi marca, pero parecía no darse cuenta de que yo llevaba un enorme moratón. No dijo nada cuando marqué a Alex. Simplemente contempló con desagrado la marca plateada permanente en su cuello. Hoy había marcado a Calix por la mañana y a Felix por la tarde, así que al llegar a casa encontró a los tres comprometidos, incluyendo a su favorito, el más joven, Calix. Normalmente él entablaba una animada conversación con ella en cada cena, pero esta noche estaba un poco cohibido.
Calix estaba contando la dramática historia de recogerme en la escuela y “manejar” a mi acosador. Alex parecía estar de acuerdo en no matar a Parker.
—No queremos parecer demasiado sedientos de sangre —dijo Alex—. Le
