Calix me miró fijamente, sus ojos llenos de preocupación. Tenía miedo de mi reacción. Yo temblaba un poco. Estábamos en la parte profunda y fresca de la piscina. Calix atribuyó mi temblor a la temperatura y me abrazó cerca de su torso cálido. Nos movimos juntos hacia la sección más cálida y poco profunda iluminada por el sol. Él me besó tratando de calentarme. Instintivamente, le correspondí el beso.
Me separé de él más rápido de lo que le hubiera gustado. Frunció el ceño.
—¿Alex también sabe esto? —pregunté.
—Sí —murmuró Calix—. Él y yo nos preguntábamos cuándo debíamos decírtelo. Solo lo supimos poco después de convertirnos en alfas después de nuestro cumpleaños. No crecimos sabiendo esto. No pudimos decírselo a Felix porque Alex sabía que lo revelaría o lo diría en cualquier momento
