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Miami
Alejandro
Estoy feliz mientras se va dibujando una sonrisa en mi rostro, al escuchar el veredicto del juez, una vez más gané el caso, uno que era un poco complicado porque el imbécil de mi cliente le dio por pagar unas coimas a unos oficiales, para mi suerte las pruebas se desestimaron por ser obtenidas de forma ilegal, claro que la fiscal no está muy contenta fulminándome con la mirada mientras dejamos la sala, pero soy Alejandro Montes, un triunfador para mí no hay caso imposible, por eso soy el mejor abogado de la ciudad, y este es mi territorio.
En fin, quiero ser un caballero con Laura en esta ocasión abriéndole la puerta haciéndola pasar primero hasta que estamos afuera de la sala.
–Fiscal creo que teníamos una apuesta, gané el caso y debe pagarme, ¿Cuándo lo hará?
–Alejandro hoy no podemos vernos, me asignaron un caso importante, el pirómano que arrestaron y necesito preparar las pruebas para mi demanda en contra de él.
–¡Laura! ¿Me vas a dejar plantado por ese hombre? Me siento usado como siempre, solo me buscas cuando quieres tener buen sexo– le digo jugando.
–Alejandro hay gente que debe trabajar no es todo diversión, además estoy segura que encontrarás con quien divertirte, así como lo haces siempre– me afirma.
–¡Auch…! Sonó como si estuvieras celosa, pero debe haber un error, porque tú pusiste las reglas, además sigues casada con el idiota de tu esposo.
–¡No estoy celosa! Menos de ti, y no te debo ninguna explicación de lo que hago con mi vida, ese fue el acuerdo, ¿Lo recuerdas?
–Lo sé Laura, solo me preocupas y no quiero verte sufrir por ese imbécil de nuevo.
–Alejandro hay cosas que tú nunca entenderás porque no te has enamorado, no sabes lo que a veces uno hace por amor.
–No tiene nada que ver con el amor, más bien es sensatez, pero no te volveré a decir nada, porque tú eres una mujer adulta que sabe lo que hace.
–Estamos de acuerdo en algo por primera vez, nos vemos guapo– me afirma al oído un segundo mientras se va alejando.
–Laura todavía me tienes que pagar la apuesta– alzo la voz haciéndola detener en medio camino para voltearme a mirar mientras niega con la cabeza.
Lástima, con las ganas que tenía de celebrar con ella, pero todavía la noche no está perdida, veamos si salgo con los chicos del buffet.
Un rato después
Tras un trayecto en mi auto donde venia cantando a viva voz We are the Champions, de Queen, llego a la cochera del edificio, estaciono el auto mientras agarro mi maletín y salgo caminando hasta los ascensores mientras voy recordando lo que me costó llegar a donde estoy, claro que dejé de ser tan inocente creyendo que todo se consigue siguiendo los ideales que en esa época tenía, incluso me viene a mi mente ese día que casi dejo escapar la oportunidad de mi vida.
Seis años atrás
Respiro profundo mientras estoy en el baño viéndome en el espejo, repitiendo solo es un caso más Alejandro, tú puedes, eres un triunfador, basta de dudar, esto es algo de rutina y vamos a ganar la demanda, me quiero convencer, mientras mis pasos me llevan a volver a la sala del juicio, donde empiezo mis alegatos para hundir a este delincuente en la cárcel por estafar a las personas vendiéndoles acciones de compañías fantasmas, mientras los testigos uno a uno van dando su versión de los hechos y tras varias horas de deliberación estoy expectante escuchando el veredicto del jurado, culpable, el hijo de perra, va preso haciéndome celebrar con mis clientes entre abrazos, hasta que se acerca alguien que reconozco de inmediato.
–Felicidades abogado, festeja todo lo que quieras, pero te aseguro que dentro de un par de horas mi cliente saldrá de la cárcel, apelaré y ganaré el próximo juicio, además te aconsejo que como fiscal no llegarás a ningún lado, solo ganarás muchos enemigos.
–León Robles guardese sus comentarios, porque no necesito de sus consejos para ser un buen abogado, además creo que solo esta dolido por perder el juicio.
–Alejandro nada que ver, tú eres muy joven y no ves todo el panorama como yo, la balanza de la justicia siempre se inclinará del lado de la gente que tiene más dinero, ahora tuviste suerte porque te tocó un juez idealista igual que tú, pero no siempre será así, deberías trabajar para mí y llegarás lejos.
–¡León! ¿Se está burlando de mí? o peor aún me insulta ofreciéndome trabajo en su firma, nunca aceptaré, ahórreme el mal rato, buenas tardes– le afirmo alejándome.
–Alejandro toma mi tarjeta, te aseguro que me llamarás al final del día, porque solo conmigo puedes tener éxito, no siendo un fiscal– me detiene mientras me entrega su tarjeta.
Ese mismo día llamé a León tras escuchar que anularon el juicio, la verdad es que me sentí morir destrozando mi oficina, pero pude comprender que estaba desperdiciando mi vida al pensar que podía cambiar el sistema, ese día me quité la venda que tenía en los ojos, en fin, lo mejor es olvidar el pasado y continuar mi vida.
Ahora estaciono mi auto en la cochera del edificio, en el mismo lugar de siempre y así camino hasta el ascensor, donde para mi suerte encuentro a Florencia una de mis amigas.
–Cada día me convenzo más que tengo suerte, acabo de ganar el juicio y para cerrar con broche de oro te encuentro aquí, ¿Qué te parece si celebramos?
–Alejandro para mí fue suficiente dormir contigo una vez, no necesito repetir, porque necesito de alguien que quiera una relación no una aventura.
–Florencia no recordaba que fueras tan cruel, porque la pasamos muy bien ¿Lo recuerdas? – le explico mientras se abren las puertas del ascensor en mí piso.
–¡Felicidades Alejandro! Vamos un aplauso para mi abogado estrella, sabía que no me defraudarías– me asegura León dándome un medio abrazo mientras los aplausos de mis compañeros no cesan.
–Gracias León, chicos, pero no era necesario este recibimiento– les afirmo.
–Alejandro te equivocas, ahora mismo vamos a celebrar con los chicos.
–Rogelio no hace falta, además debo revisar los detalles del caso de Gutiérrez.
–Alejandro tómate el resto del día, te lo mereces, además estoy seguro que ganarás ese caso como siempre– me afirma León.
Una hora
Estoy celebrando con mis amigos entre cervezas y anécdotas de los casos en una discoteca popular de la ciudad, hasta que mi mirada se pierde al ver llegar a un grupo de chicas, mientras las conversaciones siguen hasta que mi amigo me habla.
–Alejandro parece que tienes a tu próxima víctima en la mira, ¿Por qué no has ido por ella?
–Rogelio no es una víctima, es mi próxima conquista, además solo estoy estudiando el terreno, pero ahora mismo voy por ella.
Dejo la mesa para acercarme al grupo de chicas donde esta ella, una mujer muy hermosa, cabello n***o azabache, piel blanca, de unos 29 años de edad, diría de 1,65 cm de altura y ahora que me acerco puedo notar sus bellos ojos verdes que me tienen hechizado hasta que reacciono.
–Hola soy Alejandro ¿bailas conmigo? – le pido extendiendo mi mano.
–Hola, creo que no, estás interrumpiendo la charla que tengo con mis amigas– me asegura ignorándome.
–Déjame invitarlas unos tragos, además, mis amigos también están solos, ¿Por qué no las acompañamos?
–Chicos vengan, que quiero presentarles unas amigas– llamo a mis amigos.
Ni dos segundos tardaron en acomodarse mis amigos conversando con sus amigas y ahora todos bailan menos nosotros, viendo que ella solo da un sorbo a su coctel hasta que me canso del juego rompiendo el silencio.
–Que decepción ha sido, pensé que te gustaba divertirte, pero siempre hay una primera vez para todo.
–Me encanta divertirme, pero no con un completo desconocido– me afirma sonriéndome con ironía.
–Baila conmigo y podemos cambiar eso– le propongo mirándola sin dejar sus ojos verdes.
Se levanta haciéndome seguirla hasta la pista donde empieza a moverse al ritmo de la canción Duele el corazón de Enrique Iglesias, baila de tal forma que sus movimientos me están enloqueciendo pegándola a mí, recorriendo con mis manos su silueta, cuando se gira de espaldas rozando de tal forma mí cuerpo, mientras mi mano está en su cintura, que cada vez me mata, sintiendo que me embriaga su perfume, queriendo mucho más que un baile caliente hasta que busco su oído.
–Me encanta como te diviertes, pero te aseguro que podemos hacerlo mejor, si estás dispuesta– le afirmo.
Ella se desenreda de mí haciéndome seguirla por la pista hasta el baño, donde cierro la puerta atrás mío aprisionándola contra la pared, mi boca se hace dueña de la suya, besándola con desesperación como si mi vida dependiera de ella, en medio de esta agitación nos detenemos.
–Aquí no quiero hacerlo, ¿tú casa o la mía? –le afirmo con mi corazón a mil por hora.
–Vamos a la tuya– me afirma agitada sonriendo.
No tengo idea de lo que estoy haciendo con ella, pero no quiero pensar, solo dejarme llevar por el momento, porque ese baile despertó mi curiosidad más de lo que pensé, en medio de esta locura salimos de la discoteca para subir a mi auto, mientras parezco un tonto sonriéndole queriendo arrancarle el vestido cada dos segundos que nuestras miradas se cruzan.