Erika.
19 de enero del 2040.
Admiro mi reflejo en el espejo del auto, acomodando mejor mi labial rosa, mis pendientes de diamante, mi jadeita en conjunto con la inicial de mi nombre, junto a los tacones de diez centímetros marca louboutin que recubren mis pies, dándole muchísima más conjunto a mi vestimenta.
Me bajo del auto con mi portafolio en mano, mientras me encamino a la entrada del juzgado.
Una extensa sonrisa se acopla en mis carnosos labios cuando la multitud de periodistas se aproxima esperando aunque sea un adelanto de lo que pasará aquí; sin embargo, en mis planes nunca ha estado revelar algo que es estrictamente de mis clientes. Los rayos del sol impactan en mi rostro, el cual gracias a las gafas de sol que utilizo no me impide mirar a quien se posiciona a mi lado llama
