PVO Estefan. Me detengo en detrás de la columna donde ellas se encuentran conversando, queriendo intervenir, pero sintiendo que si lo hago estaría de más en esos momentos ahí, que no es mi lugar y que ella puede ayudar a esa chica por si sola. Ver a la joven Amanda llorar entre los brazos de Erika, una chica igual de destruida y decepcionada de la vida es acarreador, y más duro de lo que cualquier ser se puede imaginar; no sé si será el hecho de que veo tantas similitudes en las dos o solo el hecho de que soy consciente de lo mucho que debe haber sufrido bajo la opresión de un ser sin escrúpulos. —No llores —sentencia; propinándole suaves palmadas en su espalda para calmar su ansiedad y temor, algo de lo que me percato al notar como el temblor se apodera de su cuerpo diminuto y golpe