Capítulo XI C APÍTULO XIDel señor Fang, el juez de paz, con una pequeña muestra de su modo de administrar la justicia Como el delito se cometió en el mismo distrito de una oficina muy conocida de la policía metropolitana (de hecho, muy cerca de ella), la m******d tuvo únicamente la satisfacción de acompañar a Oliver dos o tres calles hasta llegar a un lugar llamado Mutton Hill. Allí le condujeron por una bóveda baja y un patio sucio a este dispensario de justicia sumaria por la puerta de atrás. Entraron en un pequeño patio empedrado y allí encontraron a un hombre corpulento y bigotudo con un manojo de llaves. —¿Qué es lo que pasa? —dijo el hombre, desinteresado. —Un raterillo —contestó el hombre a cargo de Oliver. —¿Es usted la víctima del robo, caballero? —preguntó el hombre de las l