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Capítulo IX C APÍTULO IXQue contiene más datos sobre el amable anciano y sus aventajados alumnos Al día siguiente Oliver se despertó ya bien entrada la mañana, tras un sueño largo y profundo. No había nadie más en la habitación, solo el viejo judío, que estaba calentando café para el desayuno en una cacerola, y silbaba suavemente a la vez que removía sin parar con una cuchara de hierro. De cuando en cuando se paraba a escuchar el más leve ruido que llegaba de abajo, y una vez que se quedaba tranquilo continuaba removiendo y silbando, exactamente igual que antes. Aunque Oliver ya no dormía, tampoco estaba completamente despierto. Hay un estado de sopor y adormecimiento, a medio camino entre la vigilia y el sueño, en el cual soñamos más en cinco minutos con los ojos entreabiertos y los se