Los días siguen pasando sin ningún cambio en la familia Morán. Los dos amantes viven bajo la mirada de las dos mujeres que los adoran. Alba vive soñando que muy pronto le den la noticia tan anhelada de ser abuela y Eunice que ellos realmente se confiesen que se aman, para evitar que otros les hagan daños. Pero la vida está formada por momentos al igual que la felicidad, fragmentos débiles y frágiles que con cualquier roce fuerte se rompe. Y esas dos mujeres no están para recibir golpes fuertes pues sus débiles corazones no lo soportan.
—No veo la hora de verla gorda con mi primer nieto— dijo la mujer mirando a Eunice— seremos las abuelas más consentidoras.
—Si— sonrió emocionada Eunice. Veía mucho mejor a Alba. La presencia de Antonella en la casa había mejorado la vida de la madre del
