Los gemidos se escucharon entre la noche fresca y solitaria, en el que se oyera a los grillos cantar.
Dos cuerpos se movían tempestivamente, como si así lograran fundirse en uno.
Dos horas después, tanto Erick como Darcy se recogieron la ropa y ella se sentó en el asiento de copiloto en total silencio.
—¿Que pasa? —preguntó Erick al verla en ese estado.
—Nada, solo estaba pensando —respondió Darcy.
—Estamos juntos mi amor —dijo Erick tomándole de la mano.
Durante el transcurso del viaje, Darcy se sumó a un silencio, mientras sin darse cuenta, Erick también se había adentrado en sus pensamientos.
Lo que Erick pensaba era de como llevarse a su mujer y a su hijo con él. Y lo que Darcy pensaba era si con qué cara iría delante de su padre, no había pensado en ningún momento que ella
