Isabela se quedó justo en el piso en donde estaba la cafetería, después de que Charles salió de su oficina, sintió unos repentinos deseos de supervisar personalmente el trabajo de los otros Anderson, y esta vez sería el turno para Elise. Sin avisar, entró imponente a la cafetería, pero se quedó por un momento en el umbral de la puerta, pues en el fondo se escuchaban unos gritos, y quiso asegurarse de que pasaba, aparentemente, las empleadas de la cafetería estaban discutiendo. —¡Estoy cansada de hacer todo por ti Elise! —Greta gritaba furiosa —¿Hacer qué? Ridícula, eres una empleada y debes hacer tus funciones como tal ¡Yo soy tu jefe! Y debes obedecerme—Elise gritaba aun con más imponencia —¡Tú no eres mi jefe! Cuando te nombraron jefe de cafetería, quiso decir que te encargarias d