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RACHEL
Estaba enamorada.
Era oficial. La hija de dos meses de Emmy, Louisa Mary o Lulú, como me gustaba llamarla, era mi nueva persona favorita en el planeta. Me había ofrecido para vigilar a la pequeña dulzura mientras Emmy hacía algunas compras, y ahora detestaba separarme de mi adorable sobrina. Eso parecía gustarle a Emmy, quien lucía feliz, pero exhausta por las noches sin dormir.
Se sentó en mi sofá con su taza de té mientras yo movía y mecía a Lulú.
—Te sale naturalmente —dijo Emmy con su cabeza reposando sobre una almohada decorativa y sus pies levantados en el apoyabrazos.
Sonreí e intenté ignorar el malestar doloroso en mi pecho. Lulú era un bulto pequeño, suave y tibio. En su pijama completamente rosado, tenía sus rodillas dobladas hacia arriba y sus manitos en unos puño
