Capítulo 5: Olvida a William Kross

1762 Words
-Por favor niña, olvida a ese hombre. No vayas a buscarlo. Will Kross ya te hizo demasiado daño, no permitas que lo haga otra vez. -rogó la enfermera de Augusto. Matilde estaba muy angustiada por la situación de Aline con William, y más viendo la marca que el magnate dejó en el rostro de la chica después de golpearla. Aline llevó la mano a su mejilla donde se veía dibujada una larga mancha roja, y se limpió las lágrimas solo de pensar en lo que ocurrió la noche anterior. -Tengo que buscarlo y encontrar la manera de que me escuche… -¡Te pegó Aline, ese hombre está cegado por la rabia, me angustia que pueda herirte otra vez y que en esta ocasión sea irremediable! -la interrumpió Matilde. -Ese no era él. William no es un hombre agresivo, solo se siente traicionado y se dejó llevar por el dolor que yo le causé por no contarle la verdad antes de que lo hiciera mi madre. -¡Por favor niña, no lo justifiques! -replicó Matilde con vehemencia. -No importa lo mal que esté por haber descubierto la verdad sobre tu pasado y lo herido que se sienta. No tenía derecho a ponerte la mano encima, si lo hizo es porque en verdad no te merece. Quien te ama no te abandona Aline, no te maltrata y ese hombre lo hizo. Matilde tomó la mano de Aline y angustiada pidió. -No vayas a verlo, olvida a William Kross y sigue con tu vida. -Él es mi vida Matilde, tengo que buscarlo y darle una explicación. -Aline casi volvió a llorar cuando su padre que estaba en la silla de ruedas agarró su mano. Haciendo ruido y con una mirada que detonaba lo preocupado que tenía por su hija Augusto le rogó que no se fuera. -Lo siento papá, tengo que irme. -se disculpó Aline y se dirigió a la salida. -¿No puedes por lo menos esperar a que amanezca, ya es muy tarde?-preguntó Matilde y Aline miró por la ventana. -Por las horas que son estoy segura de que lo encontraré en su departamento y no quiero perder más el tiempo. Nos vemos en unas horas. -contestó Aline viendo la tristeza en la mirada de su padre. -Tranquilo papá, estaré bien. Te quiero mi viejito hermoso. Aline lanzó un beso a su padre y se marchó de su departamento para buscar a William, sin imaginarse la sorpresa que le esperaba. Entrar en el edificio le resultó bastante fácil a la muchacha. El conserje la conocía y no puso impedimento a su entrada. Incluso la trató con la misma cordialidad de siempre. Era evidente que Will no había prohibido su entrada y tampoco había comentado con nadie el fin de su relación. Nada más salir del ascensor, Aline escuchó que la música sonaba alta en el interior del ático de Will. Como si se estuviera celebrando una fiesta. Se trataba de una reunión de amigos, que supuestamente estaban allí para darle apoyo a William y ayudarlo a olvidarse de la mujer que lo engañó. -Deberíamos llamar a unas putas para animar un poco el ambiente. Este lugar parece un cementerio. -escupió Lucio un gran amigo de William y Louis, otro amigo del magnate puso los ojos en blanco. -No digas estupideces Lucio, lo último que querrá Will es acostarse con una puta cuando estuvo a punto de casarse con una. Will y tres de sus mejores amigos estaban totalmente embriagados. No solamente habían abusado del alcohol esa noche, como también de las drogas. -Justamente porque era una zorra es que Will debe buscar a otras con las que podrá olvidarse de esa perra. -escupió Lucio mientras Roger le servía a William otra copa de whisky, aún cuando este mal podía ponerse de pie. -Conozco a unas cuantas que están muy buenas. Son obedientes y se dejan hacer absolutamente de todo. Eso es lo que necesitamos todos esta noche. ¿Qué me dices Will? William le dio la espalda para mirar por el ventanal de su ático con la mirada perdida. Él levantó su copa sin mirar a Lucio y respondió. -Haced lo que se os pegue la gana, esta es vuestra casa. En ese instante el timbre de la puerta sonó y todos miraron la entrada extrañados. -¡Pues sí que han llegado pronto tus putas, Lucio! -exclamó Roger riéndose después de esnifar una raya de cocaína.-¿Las has llamado telepáticamente? —bromeó. Lucio negó con la cabeza soltando una carcajada y se dirigió a la puerta para abrirla. William solo le seguía con la mirada preguntándose quién podría ser aquella hora. Para la sorpresa del empresario era su prometida…bueno, ex prometida. Will quedó impactado al verla, no se le pasó por la cabeza que Aline tendría la desfachatez de buscarlo después de todo lo que le dijo en el MET. Sus amigos también tenían la misma cara de asombro, pero por la belleza de Aline. A pesar de que la chica solo llevaba unos jeans, una chaqueta negra mojada por la lluvia y calzaba unas deportivas blancas, se veía hermosa de todas formas. -¿Qué estás haciendo aquí Aline? -inquirió William atravesando el salón con pasos rápidos y los puños cerrados después de tirar su copa. -¿Cómo te atreves a venir aquí ahora que sé el tipo de mujer que eres en verdad? Los amigos de Will se miraban entre ellos expectantes. Ninguno había tenido la oportunidad de conocer a la prometida de William en persona. Pues eso tenía que haber ocurrido en su fiesta de compromiso que nunca llegó a pasar. Instintivamente Aline abrazó su propio cuerpo ante la mirada de los hombres que parecían devorarla con los ojos. Las drogas, las botellas vacías encima de la mesa de centro eran una señal de que debería marcharse, pero ella necesitaba hablar con Will y su amor por él la llevaron a ignorar todas las alarmas de peligro que sonaban en su cabeza. Con pasos muy lentos y evitando cualquier movimiento brusco para no aumentar la ira de William, Aline entró en el departamento mirando únicamente al hombre que en ese momento la odiaba con todo su ser. -Will, necesito hablar contigo. -habló con la voz débil. Al ver las lágrimas acumulándose en los ojos de William su corazón se estrujó, había demasiado desprecio y resentimiento en ellos. -Son muchas cosas que no sabes. Déjame explicarte, contarte mi historia y si después de eso decides echarme definitivamente de tu vida lo aceptaré, pero por favor dame una sola oportunidad para contarte toda la verdad. William no dijo nada, solo apretaba los puños y mordía el interior de sus mejillas para aguantarse toda la rabia e indignación que sentía por tenerla delante intentando engañarlo otra vez con esa mirada tan dulce que lo hechizó alguna vez. En ese instante pensó que tal vez no era amor lo que sentía por ella, tal vez solo era un hechizo de una mujer que estaba hecha para seducir y manipular a los hombres. -No tengo nada que hablar contigo, de hecho, no quiero tener nada que ver con una mujerzuela como tú. Solo te quiero lo más lejos posible de mí. -gruñó notando la presencia de Lucio a su lado. Aline dio un paso hacia adelante para acercarse a él, estaba desesperada por decirle que lo amaba, por pedirle perdón, pero la voz de Lucio le impidió hacerlo. -Es una perra de lujo por lo que me has contado hermano, no le hagas ni caso a sus mentiras. Solo quiere manipularte y verte la cara de tonto otra vez. -escupió Lucio mirándola con lascivia. La belleza de Aline lo llevó a tener una serie de pensamientos, y ninguno de ellos era bueno para la muchacha. -No tengo la más mínima intención de dejarme engañar otra vez por esa mujer. Por mí puede pudrirse en el mismísimo infierno. -declaró Will alejándose de ella y se dirigió a la puerta para abrirla. Él solo quería echar a Aline de su casa y luego desaparecer, olvidar el resto del mundo y hundirse en su propio dolor. -Lárgate de mi casa Aline. Te avisé que no volvieras a buscarme y si no te vas ahora mismo te juro que te arrepentirás. -Will yo solo quiero pedirte… -¡Tú no tienes derecho a pedir nada puta! -exclamó Lucio tomándola del brazo con brusquedad. -Pero ¿sabes una cosa? -Aline se tensó cuando Lucio acarició su rostro. -Estábamos pensando en contratar a alguna perrita para unirse a nuestra fiesta, ahora que estás aquí creo que no hace falta llamar a nadie más, ¿verdad muchachos? -¡Suéltame! -exigió Aline, pero Lucio no la soltó. El desespero de la chica aumentó cuando Roger se pegó a ella siguiendo el ritmo de la música y mirando su cuerpo. -Déjame en paz. -rogó asustada, pero Will solo los miraba debatiéndose entre sacar a Aline de la casa o dejarla a merced de sus amigos, pero Lucio le dijo algo que lo ayudó a decidirse. -Will, esa mujer te engañó desde el primer día que te conoció. ¡A saber con cuántos se habrá acostado estando contigo! -soltó Lucio pasando los dedos por los cabellos de Aline que estaba cada vez más nerviosa. -Que se quede con nosotros Will, que sea la diversión de la noche. Will no podía estar cerca de ella, pero estaba tan cegado por la rabia que no hizo nada para impedir a sus amigos aprovechar los servicios de la embustera que lo hizo sentirse como una mierda…lo contrario. Aline forcejeó con Lucio pidiéndole ayuda a William desesperadamente. -¡Will por favor diles que me suelten, por favor! -suplicó, pero él se acercó a ella con una mirada gélida. No quedaba nada del hombre que juró amarla días antes. Con frialdad William agarró la mano de Aline y le quitó el anillo de compromiso que le había regalado. Después metió la mano en el bolsillo, sacó unos billetes y los tiró al suelo delante de la chica para humillarla. -¿Por qué haría algo para ayudarte? … ¿No se supone qué es eso a lo que te has dedicado todo este tiempo? -escupió William cegado por el deseo de venganza, el resentimiento, los celos y cualquier otro sentimiento que la imagen de Aline despertaba en él. -Ahí dejo el p**o adelantado por tus servicios de esta noche. Espero no volver a verte nunca más. William abandonó el ático dejando a Aline sola con tres hombres, sin la posibilidad de escapar.
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