La mano de Christal pasó por el objeto que estaba en su nariz, no sabía qué era, pero se sentía extraño. —Déjalo quieto —escuchó una voz masculina. Christal alejó la mano de su nariz y lentamente fue abriendo los ojos, sintiendo la luz blanca maltratar sus ojos. Parecía como si la hubieran molido a golpes y no tenía nada de fuerzas, cada movimiento le costaba muchísimo. —¿Cómo te conoces con el mandatario Eduil? —le preguntaron. Christal intentó recostarse en la cama, pero no podía, además su mano izquierda parecía estar conectada a cables. —Por favor, quédate quieta, te vas a lastimar —escuchó la voz de una mujer. —Señor Axon, por favor, deje que la paciente descanse —dijo un hombre. —El mandatario Eduil está mal, no logramos encontrar a su unión y ella ayer colapsó mientr