Eduil llegó a su departamento y encontró todo tal y como lo había dejado antes: ordenado e impecable. Entró a su cuarto, éste tenía una gran cama en la que cayó como una piedra, se sentía muy cansado, pero a la vez feliz de poder volver a su antigua rutina, donde tenía su propio espacio y no había la voz de alguien inundando su silencio, porque era suyo, de nadie más. Se despertó por una alarma que sonó en la habitación, al sentarse, repentinamente en la cama vio una pantalla flotando encima de la misma: —Eduil Nohara, se le necesita en el salón de entrenamiento con solicitud A-1 —se escuchó una voz que salió de la pantalla. —¡¿Qué?! ¡¿Tan urgente es?! —gritó. Corrió rápidamente a bañarse. Aquella solicitud era la de mayor que se había en la inteligencia. Eduil se encontraba en el