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Oficinas Centrales de Luna Roja
El ascensor emitió un suave zumbido antes de detenerse en el piso más alto de la Torre Centinela, el cuartel general de Luna Roja. Cuando las puertas se abrieron, Damian Prescott salió con paso decidido, su figura imponente enmarcada por el uniforme táctico n***o ajustado al cuerpo, decorado con el símbolo escarlata de su unidad en el hombro: una luna creciente atravesada por una daga.
Frente a él se desplegaba un vasto piso ultramoderno, lleno de agentes que trabajaban con una sincronía perfecta. Monitores de alta tecnología cubrían las paredes, proyectando imágenes de mapas tácticos, grabaciones de operaciones recientes y transmisiones en tiempo real de satélites. Hologramas azules brillaban sobre las mesas de control, mientras el sonido constante de teclados y comunicaciones codificadas llenaba el aire.
Los agentes, vestidos con uniformes tácticos del mismo n***o opaco, portaban armamento de última generación sujeto a sus cinturones y sus muslos. La mayoría tenía rostros serios, endurecidos por años de enfrentamientos contra enemigos que otros consideraban leyendas: vampiros, licántropos y otras criaturas ocultas en las sombras.
Damian avanzó sin titubear hacia la sala de reuniones al fondo, donde se veía una pared de vidrio blindado. Las puertas se abrieron automáticamente cuando se acercó, revelando una amplia mesa ovalada rodeada por sillas ocupadas por los altos mandos del escuadrón.
En el extremo opuesto de la mesa, de pie junto a una pantalla holográfica, estaba Skylar Valentus, el comandante absoluto de Luna Roja.
Skylar era el epítome de la autoridad y el peligro contenido. Su figura esbelta pero musculosa estaba envuelta en un uniforme impecable, con el cuello ligeramente desabrochado, como si el protocolo nunca pudiera atarlo del todo. Tenía el cabello oscuro y peinado hacia atrás, dejando al descubierto unos ojos grises que parecían ver más allá de las apariencias. Una cicatriz delgada cruzaba su mandíbula, recuerdo de una misión que pocos se atrevían a mencionar.
- Prescott - dijo Skylar con voz firme, apenas moviendo la cabeza en señal de reconocimiento cuando Damian tomó asiento - Bienvenidos todos.
La sala se llenó de murmullos breves mientras los últimos agentes entraban y ocupaban sus lugares.
Skylar activó el panel holográfico con un movimiento ágil, proyectando un mapa tridimensional sobre la mesa. La imagen mostraba un sector remoto del norte de Europa, donde múltiples puntos rojos parpadeaban en señal de alerta.
- Tenemos informes de actividad no autorizada cerca del perímetro del Yugoslavia - anunció Skylar, su tono cortante, sin espacio para dudas - Creemos que podría tratarse de una célula vampírica renegada.
Los rostros en la sala se tensaron al escuchar la palabra “renegada”. Damian apretó la mandíbula. Habían enfrentado a esas criaturas antes, pero las operaciones siempre dejaban bajas significativas.
Skylar cruzó los brazos y los observó a todos con dureza.
- Esta misión no es opcional. Nos desplegaremos en dos horas. Prescott, estarás a cargo del equipo alfa. Mantén la línea, nadie cruza sin autorización, ¿Entendido?
- ¿Qué es lo que están buscando? - preguntó un agente novato del grupo de Damian.
- Atacaron a un convoy médico que iba a apoyar a los refugiados.
- Eso no es normal...- intervino Damian con el ceño fruncido - Buscan los hospitales o los bancos de sangre no un convoy de suministros.
- Por eso te quiero en la misión - le dijo Skylar - No me arriesgaré si están atacando a civiles.
Damian asintió con un leve movimiento de cabeza, sintiendo la familiar adrenalina recorrer sus venas.
- Entendido, señor.
Skylar inclinó ligeramente la cabeza, sus ojos grises brillando con una intensidad inquietante.
- Nos vemos en el campo. Espero resultados.
Cuando la reunión terminó, Damian se quedó unos segundos en su lugar, observando cómo Skylar salía de la sala con esa confianza casi arrogante que lo caracterizaba. Había algo en su comandante que siempre le había parecido... diferente. Pero en ese momento no importaba.
El aire tenso de la sala de reuniones comenzaba a disiparse mientras los agentes se dispersaban, cada uno preparándose para la misión. Damian permanecía junto a la mesa holográfica, revisando la información desplegada. Sus ojos oscuros analizaban en silencio las rutas de acceso al lugar del ataque, buscando posibles puntos débiles.
Un par de pasos ligeros resonaron a su espalda, seguidos por una voz algo nerviosa:
- Comandante.
La voz de Sasha, el joven que había hablado antes lo distrajo.
Damian giró lentamente, sus ojos descansando en un rostro juvenil que casi desentonaba en aquel entorno militarizado. Sasha Carter llevaba el uniforme táctico estándar, aunque parecía que aún no se acostumbraba del todo a usarlo. Su cabello rubio ceniza caía de forma desordenada sobre su frente y unos ojos verde brillante, llenos de curiosidad, se fijaban en Damian con intensidad.
No tendría más de veintitrés años, pensó Damian. En un lugar donde la mayoría de los agentes lucían cicatrices visibles o un aura de peligrosidad acumulada por años de combate, Sasha parecía... fuera de lugar. Demasiado joven. Demasiado ingenuo.
-¿Qué necesitas? - le preguntó Damian con voz grave, cruzándose de brazos.
- Quería saber qué tipo de apoyo tecnológico necesitará el equipo durante la misión - dijo Sasha rápidamente, con el entusiasmo propio de alguien decidido a demostrar su valía - He estado configurando un sistema de comunicación encriptado que debería mejorar la transmisión de datos incluso en zonas con interferencia mágica... digo, bueno, ya sabes, anomalías electromagnéticas.
Damian lo observó detenidamente, evaluando al joven agente. Había algo peculiar en él, más allá de su inexperiencia evidente. A pesar de su aspecto frágil, había una chispa de determinación en sus ojos, una fuerza latente que parecía esperar el momento adecuado para salir a la luz.
- ¿Es tu primera misión en campo? - inquirió Damian, aunque ya sabía la respuesta.
Sasha asintió, tragando saliva.
- Sí, señor. Pero estoy listo.
Damian arqueó una ceja.
- ¿Listo? Eso ya lo veremos. Mantén tu cabeza baja, sigue mis órdenes y asegúrate de que esas “anomalías” no interfieran con nuestras comunicaciones. Si alguien queda incomunicado por tu fallo, será tu responsabilidad.
El joven apretó los labios, asintiendo con firmeza.
- No habrá fallos, señor.
Damian soltó un suspiro breve. A veces, la agencia reclutaba jóvenes brillantes, pero Sasha... parecía diferente. Casi como si perteneciera a otro mundo, uno alejado del caos y la violencia que definían la existencia de Luna Roja.
Lo que Damian no sabía era que esa impresión no estaba del todo equivocada.
Sasha Carter era, sin saberlo, el hermano mestizo de Alessia D’Angelo, producto de la unión entre el anterior patriarca vampiro y un humana mortal. Fue enviado al mundo humano cuando aún era un niño para protegerlo de las intrigas y luchas de poder del Clan Masquerade y había crecido sin conocer su verdadera herencia.
Nunca había probado sangre. Nunca había manifestado habilidades especiales, pero el legado vampírico dormía en sus venas, esperando el momento en que las circunstancias lo obligaran a despertar.
- Prepara lo usual...
- He revisado alguna de las misiones anteriores...Sugiero...
- Has lo que quieras - lo detuvo - Mientras nos mantenga con vida.
- Si, señor...- le dijo con decisión alejándose de él.
Sasha suspiró. Esperaba que el chico volviera a salvo de la salida y el combate. No podía asegurarlo.
Lo único que contaba era la misión. Y Damian estaba listo para cumplirla.