RELÁMPAGOS Y RECUERDOS

1208 Words
Me encontraba nuevamente en mi habitación aterrada bajo mis sábanas. Hecha un ovillo; mientras se escuchaban los alarmantes sonidos de una tormenta acercándose. Desde mi cama pude escuchar a la madre Gladys entrar, sabía que era ella, podía reconocer sus inconfundibles pasos al ser arrastrados por el piso de madera, sin contar que ella era la única que viene a mi habitación cada vez que se acerca una tormenta. —No deberías de tener miedo, Janna. —dijo con una melodiosa voz, mientras se acurrucaba junto a mí. –¿Por qué no? —me quejé con mi voz triste entre las sábanas. –Pedirme eso es como pedirle a la madre Gloria que ya no coma dos raciones en la merienda. Ella solo se rio bajamente, mientras me quitaba la sábana de la cabeza para poder verme a los ojos. –Bueno... a veces hay que vencer los miedos. –Yo, ¿Cómo podría vencerlos?, no puedo hacerle frente a los rayos, la madre Cassidy dice que son muy poderosos. — le pregunté mirándola a esos ojos color esmeralda que me recuerdan tanto el verdor de los campos en el preludio de la primavera. Ella me sonrió haciendo notar más las arrugas que enmarcaban la parte superior de su rostro, mientras una de sus manos me pellizca gentilmente mi nariz. –La madre Cassidy tiene razón, Janna, jamás podrás vencer a un rayo, pero a él no es al que tienes que vencer, sino a tu propio miedo. –¿Cómo puedo vencer a mi propio miedo?, si cada vez que se acerca una tormenta todo mi cuerpo se eriza y comienzo a temblar del miedo. –Eso pasa porque ves a las tormentas como una amenaza en vez de melancolía. –¿Melancolía?, ¿Por qué? —le pregunté intentando no encogerme cada vez que un relámpago iluminaba mi habitación a través de mi ventana. –Mis padres siempre me contaban una historia algo antigua, un poco nostálgica. —dijo distraídamente, tal vez recordando a su familia. La madre Gladys siempre me cuenta de ella y sus aventuras de cuando era niña. –¿De qué trata la historia? —pregunté, intentando sacarla de sus pensamientos. Ella menea su cabeza despejando sus pensamientos y se volteó a verme con su vista algo nublada por las lágrimas no derramadas, me paré quedando sentada sobre la cama, algo alarmada, ya no por los truenos y relámpagos, sino más bien por el hecho de tal vez haya lastimado a la madre Gladys con algo que pude haber dicho sin darme cuenta. –¿Dije algo malo? — pregunté está vez con mi voz algo quebrada mientras la veía. Ella era algo parecido a una madre que he tenido; desde que recuerdo, la madre Gladys siempre ha estado a mi lado junto con las demás madres del convento, incluyendo a la madre superiora. No me perdonaría nunca si algo que le dije la lastimó. –La historia cuenta que Zeus perdió algo divino en la Tierra, intentando ocultarlo de sus enemigos, hasta de su propio padre Cronos. —contestó ignorando mi pregunta –cuando Tifón se dio cuenta de su pequeño tesoro... –¿Tifón? —pregunté, cortándole. –¿Cómo era él en la mitología griega?, La madre Cassidy nos enseñaba sobre la cultura de la antigua Grecia, sobre sus mitos y leyendas; pero no recuerdo que nos hubiera contado sobre Tifón. –Tifón era un ser horrible, alado, con la mitad inferior del cuerpo formada por serpientes y que echaba llamaradas por los ojos, se dice que era tan alto que tocaba el cielo con la cabeza y que, si estiraba los brazos, tocaba los dos extremos del mundo con ellos. —siguió relatando. –la batalla contra Zeus fue terrible, arrasó un montón de territorios, incluso llegaron a lanzarse montañas el uno al otro. –¿Y luego qué pasó?, ¿Tifón consiguió el tesoro de Zeus? —exclamé. Ella negó con la cabeza. –Al final Zeus consiguió vencer a Tifón, lanzándolo encima del monte Etna, por eso, cuando el Etna entra en erupción, se dice que es Tifón; que desde abajo del monte lanza llamaradas por los ojos, furioso por su derrota. –¿Qué tiene que ver eso con el que yo vea a las tormentas como algo triste? —dije confundida, no entendiendo la relación del cuento con lo que me había dicho hace un momento la madre Gladys. –Es que ahí no acaba el relato —señaló la madre. –¿Entonces?, ¿cómo acaba? –Cuando Zeus ocultó su tesoro en la tierra, tuvo que quitarle su divinidad, pero solo por unas horas, él sabía que si se quedaba mucho tiempo aquí el tesoro se volvería mundano y no podría cruzar al olimpo con él. –No lo perdió, ¿verdad? — murmuré. –¿Tú qué piensas?, ¿crees que volvió al olimpo con su tesoro? –Sí. —dije sin una pizca de duda. Ella me miró calladamente, una de sus manos comenzó a acariciarme tiernamente el cabello. –En el momento en que terminó Zeus la pelea contra Tifón fue demasiado tarde, el tesoro se convirtió en mundano y Zeus perdió lo más preciado que alguna vez había tenido entre sus manos —hizo una pausa tomando algo de aire. –por eso en ocasiones las tormentas van acompañadas de rayos, se dice que es Zeus lanzando rayos hacia la tierra recordándonos que perdió algo muy importante en ella. –¡Wow!, ¿pero qué pasó con su tesoro? —pregunté, mirándola a los ojos un poco, nostálgica, por la historia. –El tesoro todavía sigue rondando por la tierra, perdido con guardianes, protegiéndolo de cualquier amenaza, hasta que esté encuentre su camino a casa. –¿Un tesoro puede encontrar el camino a casa?, ¿cómo puede ser posible? —la cuestioné, algo confundida, por lo que sé ningún tesoro puede caminar; eso me hizo preguntarme internamente de qué trataba ese tesoro. –Este tesoro es algo especial —Explico con una sonrisa, mientras acomodaba un mechón castaño detrás de mi oreja. –así como tú lo eres para mí, Janna. –Aún sigo sin entender, ¿cómo es que el tesoro llegará por si solo al olimpo? –Lo único que tienes que entender, Janna, es que el corazón nunca olvida el lugar donde dejó sus mejores recuerdos. —murmuró, levantándose de la cama. –es más fácil que entiendas eso mi niña. Ella se acercó para darme un beso en la frente y despedirse rápidamente con un "buenas noches", sin siquiera dejarme preguntar otra cosa, mientras ella salía de la habitación algo apresurada, me quedé pensando en sus últimas palabras. Me levanté de la cama para acercarme a la ventana y observar el cielo, la tormenta ya había pasado, dejando una noche tranquila y estrellada; ciertamente la madre Gladys tenía razón, ya no volveré a ver las tormentas como las veía hasta ahora, pero también me hizo preguntarme dónde estaría mi familia, si ellos así como el dios Zeus, también me habrían dejado atrás para mi propia seguridad, como dijera la madre Gladys: "El corazón nunca olvida el lugar donde dejó sus mejores recuerdos".

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