Caym, el gran arrogante presidente del infierno.

2053 Words
Mikael Abrahams y Eván Harvey se encontraban en “Springflowers” conjunto residencial cerca de Bloomsbury, estaban preocupados, pero el hecho de no poder ayudar en la lucha contra aquel demonio los hacia sentir impotentes, no obstante debían confiar en las capacidades de Asmodeo y Bathin ante ese ser del infierno. En casa de Eván habían algunos frutos secos, lo cual comieron para matar la ansiedad y recuperar energías de manera más rápida. De los dos, quien tenía mayor preocupación era Mikael, ya que Bathin no era tan bueno combatiendo, su mejor habilidad era la teletransportación y no sabía si eso sería suficiente para su lucha en Fitzrovia. No había más para él que esperar. —No te preocupes, Jacob protegerá a Bathin, él es muy fuerte —murmuró Harvey a Abrahams, quien inhaló y exhaló aire para tratar de calmarse. Sus oídos le dolían, aquel disparo tan cerca por poco lo dejaba sordo, por suerte poco a poco recuperaba la audición. Eván camino hasta el pequeño balcón de la vivienda de Mikael, y coloco sus codos sobre la rejilla mientras dirigía su mirada al cielo, preguntándose «¿Jacob estará bien?» deseaba que así fuera. Un pequeño pajarillo descendió colocándose sobre la rejilla en la que se recostaba el joven, este era muy amigable, parecía no temer a los humanos. —Hola, pequeñito —mencionó el joven, llevando su dedo hasta él, haciendo que el pájaro brincar hasta su dedo. —¿Cómo estás? Eres muy lindo —continuaba hablándole al pequeñito, mientras esté emitía pequeños silbidos, pronto llegó otro pequeño pajarito hasta donde se encontraba Eván. —Vaya, hoy estoy de suerte. —murmuró, cuando nuevamente llegó otro pájaro, seguidamente de otro y más. Claramente algo no andaba bien. Al llevar su mirada hasta la parte alta de una construcción pudo ver un hombre de ropajes elegantes y cientos de pájaros posados que comenzaban a llegar y se posaban de la construcción en la que el sujeto se sentaba y observaba directamente a Eván. Eván rápidamente ingreso a la vivienda y cerro la ventana. —Mikael, tenemos que irnos —mencionó el rubio, con preocupación mientras tomaba la mano de su compañero. —¿Qué sucede? —Mikael Abrahans estaba confundido pero al notar la manera tan ajetreada de Eván Harvey de tomar su mano y caminar directamente a la puerta, de algo extraño se trataba. Al salir bajaron un par de escaleras de la residencia, llegaron a la calle y allí, pudieron ver que toda el área estaba rodeaba de pájaros, de todo tipo de especies que podían encontrarse en Londres, ambos caminaban por la calle apresurados, mientras que los transeúntes grababa con sus teléfonos celulares aquel extraño comportamiento de las aves. —Esto es obra de otro demonio —ahora Mikael comprendía lo que ocurría y se dispuso a subir la velocidad de su caminar, a donde sea que ellos caminaban comenzaban a llegar aves como si supieran exactamente a donde irían, El moreno ojos celeste echo un vistazo hacia atrás y allí estaba, un hombre hermoso vestido con ropas costosas les seguía caminando despacio. Como si no le importará a que velocidad se movieran los dos brujos. —Eván, estamos siendo seguidos. —Creo que ya me di cuenta de eso. —respondió el rubio. Cruzaron la calle, buscando un lugar al cual poder resguardarse pero parecía que no tendrían más opción que luchar por sus vidas, si es que realmente podían salvarse. Al girar por una de las muchas direcciones frente a ellos se acercaba el apuesto caballero de traje costoso, su cuerpo humano lucia como un hombre de al menos unos treinta años, pero con un cuerpo fornido, su cabello tan bien arreglado que le daba una apariencia impecable y deseable. Ambos se detuvieron en ese instante, el hombre camino hasta ellos y se presentó de manera formal. —Un gusto, caballeros. Nos volvemos a encontrar —mencionó el apuesto hombre. Mientras que los dos jóvenes observaban desafiantes al caballero. —Me presentó, soy Caym. Uno de los grandes presidentes del infierno, pueden llamarme Ambrose O’Sullivan, es mi nombre humano. —Los dos brujos estaban algo temerosos, habían recuperado un poco de su energía, pero nunca habían enfrentado a un demonio, no sin ayuda de sus propios demonios. El hombre tenía una voz gruesa muy varonil. El caballero quito sus lentes oscuros para poder apreciar mejor la belleza de los dos brujos de magia negra y se dispuso a hablar. —Mi hombre desea conocerlos, antes de acabar con sus vidas por supuesto —murmuró el apuesto señor. Mikael Abrahams y Eván Harvey tenían miedo, pero sus miradas contra el demonio se mantenían feroces. —¿Les gustaría comer en un buen restaurante? Mi hombre no puede esperar a conocerlos. —¿Por qué te acompañaríamos? —Puedo terminar con sus vidas aquí y ahora, si así lo prefieren. —no confiaban en él, pero tampoco deseaban morir en ese lugar. Quizás ganando un poco de tiempo para recobrar sus energías tendrían mayor oportunidad para luchar. —Me gustaría antes, comprar algo de ropa elegante para ustedes. —explicó el apuesto caballero, mientras acomodaba su corbata. —No deseo ir acompañado con un grupo de jóvenes mal vestidos al mejor restaurante de esta ciudad —. Ellos accedieron a su petición, así ganarían algo de tiempo, quizás hasta que sus demonios pudieran salvarlos. Caminaron unas cuadras hasta llegar a un bello auto Rolls-Royce Limousine. Ambos estaban sorprendidos, nunca habían recibido la invitación a un automóvil tan costoso mucho menos a un Rolls-Royce. El chófer abrió la puerta, e ingresaron al automóvil. —¿A dónde prefieren ir? ¿Louis Vuitton o Dior? —Inquirió el demonio. Aunque a ellos realmente les daba igual a donde ir. El demonio le dio la orden al chófer de ir mejor a Dior. Ya allí ingresaron a la elegante boutique, y observaban todos los bellos trajes que allí habían, sin saber cuál elegir. —Pueden probarse todos, si gustan —los jóvenes buscaron los trajes que más les gustaban y comenzaron a probarse uno por uno. Los teléfonos de ambos comenzaron a sonar. Pero cuando se disponían a contestar las llamadas, el elegante demonio se encargó de romper sus teléfonos arrebatando estos de sus manos y ejerciendo mucha fuerza en ellos. —Es de mala educación utilizar el teléfono en una cita —aclaro el demonio. Los dos jóvenes se quedaban sin opciones, por lo tanto decidieron seguirle el juego al elegante caballero. Habían optado por trajes, corbatas, zapatos de vestir negros, camisas blancas y perfumes Sauvage. La cuenta de apagar tenía muchos ceros, pero para alguien con un Rolls-Royce era como pagar por un par de caramelos. —Debo decir que se ven muy elegantes, ahora sí están lo suficientemente sofisticados para conocer a mi señor. —salieron de la boutique de Dior y se dirigieron al restaurante más costoso de todo Londres en el Rolls-Royce. —¿Por qué haces todo esto? —. Inquirió Evàn. —Mi señor desea conocerlos antes de acabar con sus vidas —contestó el demonio. —¿Creen que por conocer el futuro, no podemos cambiar nuestro destino? —En eso tienes razón, hay un millón de destinos diferentes en los que acabamos con sus lamentables vidas —sonrió de manera burlona. Mientas que Eván clavaba su mirada en él, pero rápidamente el demonio sujeto al brujo por su cuello. —Intenta usar ese conjuro en mi, y te romperé el cuello. —Que bien, nos han estudiado —. Contestó Eván con su voz ronca por la mano que sujetaba con fuerza su cuello, mientras esbozaba una sonrisa. —Pasara un buen rato hasta que lleguemos a Nine Elms, Así que… ¿Por qué no me hablan un poco de ustedes? Me resulta fascinante la vida miserable de los ciudadanos de clase media. —el demonio saco una botella de Château d'Yquem y procedió a servirse un poco. Los dos brujos no podían creer lo que veían, era un vino que ni en sueños podrían costearse. El demonio les ofreció un poco, pero ellos no se negaron. —¿Por qué deseas conocernos? Si de igual forma acabarás con nosotros —preguntó Mikael. —Me genera cierto gusto sentir que tengo poder sobre mis enemigos —respondió el demonio, mientras daba un sorbo a su costoso vino en una copa que también lucía de precio elevado. —Asi que… En vez de acelerar lo inevitable ¿Por qué no me hablan de ustedes?. —Soy Eván Harvey, estudio en el Colegio Imperial de Londres, trabajo como Barista en Book's and Coffee en Bloomsbury. —Interesante, nunca he ido a esa cafetería de gente pobre. ¿Y que estudias el Colegio Imperial? —Medicina. —Vaya, medicina… buena profesión. ¿Y tú? —Pregunto el magnate a Mikael. —Yo soy Mikael Abrahams, soy modelo profesional, he salido en algunas revistas muy conocidas, vivo en Fitzrovia. —Ah… modelo y uno conocido… Eso me gusta. —contesto el magnate, más que conocerlos parecía querer sacarles información aunque ¿Para que?. Tuvieron una larga conversación en la cual el demonio se había comportado de manera arrogante con ellos durante todo el viaje, al ellos ser personas de clase media. De vez en cuando les recordaba su lugar y les aclaraba que no tardarían en morir. Luego de un largo trayecto, por fin llegaron a Nine Elms, para ser mas específicos a un restaurante de cinco tenedores. La elegancia del lugar era absurda, se encontraba en un edificio espectacular y tenía vista a la ciudad. No sólo eso, todo el lugar estaba totalmente reservado para ellos. Al llegar se sentaron en una mesa junto a la única persona que allí esperaba. —Hasta que por fin llegaron —Dijo el hombre, que fumaba un tabaco. El caballero era apuesto, su edad debía rondar entre los treinta años, vestía tan elegante como Caym. El se levantó y dio un rápido beso a su demonio y próximamente todos se sentaron. —Me presentó soy Morgan Lloyd un gusto conocerlos. —los hombres se sentaron y se presentaron ante él. Morgan llamo a uno de los mozos, para realizar el pedido. —¿Qué desean comer? —preguntó Morgan, aunque realmente los platos eran tan poco usuales, tan sofisticados que ni ellos mismos sabían que pedir. —Trae algo que podamos disfrutar todos —mencionó Morgan al mozo y este se retiró luego de una leve reverencia. —Supongo que creen que deseo asesinarlos —dijo el hombre, mientras que Eván Harvey y Mikael Abrahams observan sus rostros confundidos. —Realmente, no lo sabemos con certeza. Pero si lo que buscas es que corra sangre, estamos dispuestos a dar batalla —. Respondió Eván, El hombre sonrió y se le escapó una risilla. —¿Lo ves? Te dije que serían aguerridos — Dijo Caym (Ambrose O’Sullivan). Ambos rieron, como si se tratara de una insignificante decisión a tomar. —Verán, si deseo o no terminar con sus vidas, realmente es relativo. —explicó el apuesto caballero. El mozo pronto regreso con un vino muy fino y sirvió a todos los hombres en la mesa y se retiró. Morgan Lloyd dio un sorbo a su exquisito vino y continuo su conversación. —Escuche que eran muy apuestos, y quería conocer esa belleza tan desbordante de ambos. Soy un hombre muy fogoso, y me encantan los hombres bien parecidos. – Morgan Lloyd llevo su mano hasta Mikael Abrahams y sujeto su barbilla con sus dedos índice y pulgar. Acto seguido Lloyd acercó su rostro hasta Abrahams dejando sus labios muy cerca a los de él. —La verdad es que me pareces muy apuesto, Mikaél —. Las mejillas del modelo se ruborizaron, pero apartó la mano del hombre usando su propia mano. El caballero sonrió, pero su mirada denotaba mucho deseo hacia el modelo profesional. —Dejando aún lado nuestra enemistad, quiero que sepan no tengo nada en contra de ustedes. —explicó dando otro sorbo a su vino. —Pero, estoy dispuesto a ayudarlos. Solo un poco, ¿Están interesados en la oferta? —Los brujos se miraron el uno al otro, preguntándose qué tramaba Morgan Lloyd.
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